cabecera_new

El debate equivocado

1 de enero de 2023
estudiantes
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on linkedin
LinkedIn

Sobre si existe o no un reto demográfico en Canarias.

Canarias lidera el desempleo en España, junto con Andalucía y las ciudades autónomas, con un 17,7%. El paro juvenil es del 43,5%, solo superado por Ceuta. El PIB per cápita, que es el mejor indicador que tenemos para medir la calidad de vida, se encuentra a la cola de las comunidades autónomas, con 17.448 euros. Y el salario medio bruto mensual, de 1.959 euros, es el más bajo de nuestro país. Para no ser catastrofistas, hay que dar un dato positivo, la deuda pública es del 13,5%; aunque alta, la más baja de toda España.

Con estos desoladores datos económicos, que demuestran que el tópico de “como aquí no se vive en ningún sitio” es falso, ¿qué hace el Parlamento de Canarias para debatir sobre posibles soluciones a estos problemas? Pues bien, parece que todo el problema radica en que en nuestras islas tenemos un problema poblacional y, por esta razón, ha creado una comisión parlamentaria que lleva por nombre “Sobre el reto demográfico y el equilibrio poblacional en Canarias”. Esta comisión pretende estudiar, entre otros asuntos, el envejecimiento de la población, la despoblación, la emigración, la inmigración o la población flotante, pero, especialmente, si el aumento de población que hemos experimentado en las últimas décadas y el que se espera, al igual que en todo el planeta, lleva consigo una pérdida de riqueza. Quizá el foco lo hayan puesto en el lugar equivocado, porque ¿es que somos muchos el problema o, más bien, que no existen las condiciones necesarias para que los que hoy vivimos aquí podamos tener una vida mejor?

Después de escuchar a los comparecientes que han pasado por la comisión hasta ahora, aparentemente podemos decir que, aunque con sus más y sus menos, la mayoría comulgan con la idea de que en Canarias tenemos un problema de población, que este problema va a ser cada vez mayor y que hay que poner límites al crecimiento. Por ejemplo, el presidente del Consejo Económico y Social (CES), José Carlos Francisco, aunque ha sido el más cauto a la hora de hacer declaraciones, llegando a decir que Singapur, con más de cinco millones de habitantes, una superficie como La Palma y unos estándares de calidad de vida de los mejores del planeta, “no es un mal ejemplo de sostenibilidad”, igualmente cree que desde la Unión Europea se debería permitir a las islas “autoimponer” límites al crecimiento. Mi apreciado exprofesor Guillermo Morales Matos, catedrático de Geografía Humana en la Universidad Carlos III, ha dicho que “el problema de la población existe”, que hay una sobrecarga poblacional “incontestable”, que “el desarrollo sostenible es incompatible con el crecimiento” y que las proyecciones demográficas le producen “escalofríos”. Juan Israel García Cruz, profesor ayudante doctor en Geografía Humana de la Universidad de La Laguna, expuso los datos, pero enfocado en la “presión turística” y el supuesto problema que conlleva que los visitantes consumen más recursos que los residentes. A estas afirmaciones se unen las de algunos políticos, como el expresidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, que desde hace años lleva reclamando una reflexión “sobre la capacidad de carga del archipiélago”. En 2006 afirmó que “no se puede permitir que Canarias incremente su población cada año en más de 50.000 habitantes” y sugiere en su blog que “el ritmo de crecimiento que tiene actualmente la población en las Islas nos conduce a una pérdida de la calidad de vida que disfrutamos y, a la larga, a deteriorar la marca de destino turístico que tiene Canarias”.

¿Por qué surge hoy este debate? ¿Hay un problema de capacidad de carga que nos va a llevar a grandes crisis económicas que van a hundir (en sentido figurado) nuestras islas? ¿Se debería permitir a las islas “autoimponer” límites al crecimiento? Este tipo de debates o, mejor dicho, mensajes alarmistas que sacan a relucir las viejas y desfasadas teorías maltusianas de agotamiento de los recursos derivados de la sobrepoblación, surgen en periodos de estanflación como el actual en los que se produce escasez económica de alimentos, energía y bienes más básicos y se disparan los precios de las materias primas. En pocas palabras, el reverendo Thomas Robert Malthus sostuvo en su Ensayo sobre el Principio de la Población que mientras que la población crece geométricamente, la producción de alimentos lo hace más lentamente de forma aritmética. Por lo tanto, tarde o temprano llegaría el punto en el que la producción de alimentos sería insuficiente y se producirían fuertes ajustes económicos en forma de hambrunas, guerras, etc. Para evitar este problema, no muy diferente al que nos quieren vender algunos miembros de la comisión parlamentaria, tanto Malthus como sus seguidores, los llamados neomalthusianos, defienden reducir el número de habitantes que “presionan” sobre los recursos existentes. ¿Cómo? Pues con fantásticas propuestas como el control de la natalidad con esterilización de la población, racionamiento de los recursos o controles de precios.

Esta línea malthusiana de limitar la población en Canarias es la que siguen algunos cuando afirman que la sobrecarga poblacional es incontestable, que el desarrollo sostenible es incompatible con el crecimiento o que las proyecciones demográficas le producen escalofríos. En el fondo, cuando dicen que el desarrollo sostenible es incompatible con el crecimiento, lo que están viniendo a decir es que hay que dar prioridad a los recursos naturales sobre la vida y el bienestar de las personas.

Estas desfasadas teorías fueron contestadas en 1980 por Julian Simon, catedrático de Ciencias de la Empresa en la Universidad de Maryland, licenciado en psicología experimental por Harvard y doctor en economía empresarial por la Universidad de Chicago. Simon sostuvo en su artículo Resources, Population, Environment: an Oversupply of False Bad News, publicado en la revista Science, que “falsas malas noticias acerca del crecimiento de la población, los recursos naturales y el medioambiente son ampliamente publicadas en contra de toda evidencia. Por ejemplo, la superficie mundial de tierra cultivable ha estado creciendo efectivamente, la escasez de recursos naturales incluyendo alimentos y energía ha ido menguando, y los indicadores básicos de la calidad ambiental de los EE.UU. muestran signos positivos. Los datos agregados no muestran ningún efecto negativo a largo plazo del crecimiento de la población sobre el nivel de vida. Modelos que encarnan fuerzas omitidas en el pasado, especialmente la influencia del tamaño de la población sobre el incremento de productividad, sugieren un efecto positivo a largo plazo de la población adicional.”

Además, este mismo año se ha publicado la obra Superabundance: The Story of Population Growth, Innovation, and Human Flourishing on an Infinitely Bountiful Planet. En este libro, sus autores, Marian Tupy y Gale Pooley, han demostrado, analizando los precios de cientos de productos básicos, bienes y servicios a lo largo de dos siglos, que los recursos se volvían más abundantes a medida que crecía la población y la libertad para innovar. Es más, los investigadores han descubierto que la abundancia de recursos aumentó más rápido que la población. ¿Por qué sucede esto? La explicación de los autores es que a “más personas producen más ideas, lo que lleva a más invenciones. Luego, la gente prueba esos inventos en el mercado para separar lo útil de lo inútil. Al final de ese proceso de descubrimiento, las personas se quedan con innovaciones que superan la escasez, estimulan el crecimiento económico y elevan el nivel de vida.” Es decir, las personas no somos estómagos consumidores netos de recursos, como creen los malthusianos, sino que somos cerebros creadores netos de recursos. Esto es algo que ha demostrado el reciente Premio Nobel de Economía Michael Kremer en su artículo Population Growth and Technological Change: One Million B.C. to 1990 publicado en The Quarterly Journal of Economics.

¿Están afirmando estos autores que el crecimiento demográfico es bueno? No en sí mismo. Para que se produzca este fenómeno denominado de superabundancia tiene que haber libertad para innovar. Es decir, como explican los profesores Paul Heyne, Peter J. Boettke y David L. Prychitko en su libro The Economic Way of Thinking, para que haya crecimiento económico debemos tener capital humano, conocimiento, libertad empresarial, recursos naturales, instituciones estables, capital, inversión extranjera, estado de derecho, protección a la propiedad privada, una moneda estable, libertad contractual, libertad económica (bajos impuestos, libertad de intercambio, libertad laboral, libertad de inversión, etc.), energía barata, un eficiente sistema financiero y un sistema de transporte y comunicaciones de bajo coste.

¿Tenemos estas condiciones en Canarias? No. Por ello, el problema no pasa por preocuparse por el número de habitantes residentes o turistas de las Islas. Pues con más o menos gente vamos a seguir teniendo una baja calidad de vida como consecuencia de que el desarrollo urbano, el medio ambiente, la sanidad, la educación o el turismo sufren una hiperregulación. También seguiremos sufriendo porque no hay libertad para innovar, y en sectores altamente subsidiados como la agricultura se desincentiva esa innovación, y porque padecemos unos altos impuestos sobre la renta y laborales que expulsan el capital humano cualificado, unos también altos impuestos sobre el comercio que dificultan traer una importante cantidad de productos a Canarias, una escasa inversión extranjera como consecuencia de las trabas que existen para invertir en las Islas, una energía cara y un sistema de transporte de alto coste. Sin embargo, en Singapur, con una dimensión muy inferior a Canarias y con una densidad de población mucho más alta, como sí expuso un ponente, los estándares de calidad de vida son de los mejores del planeta dado que sí tienen las condiciones necesarias para que se produzcan.

Por todas estas razones, recomiendo al Parlamento cerrar la comisión “Sobre el reto demográfico y el equilibrio poblacional en Canarias” y que se ponga a trabajar en tener un entorno que permita la superabundancia y el bienestar. Es oportuno recordar la conversación entre Friedrich A. Hayek, premio Nobel de Economía, y Julian Simon: “Como usted, yo no afirmo que el crecimiento demográfico sea bueno en sí mismo, solo que es la causa de la selección de la moral que guía nuestra acción individual. De ello se desprende que nuestro temor a una explosión de la población está injustificado en la medida que los incrementos locales sean el resultado de grupos capaces de alimentar a grupos mayores, pero puede resultar un severo apuro si empezamos a subsidiar el crecimiento de grupos incapaces de alimentarse por sí mismos”. Dicho de otra forma, o en Canarias cambian las condiciones para que se permita el crecimiento económico o vamos a ser cada vez más y a la vez más pobres.

Por Gonzalo Melián, Vicepresidente de la Universidad de las Hespérides.