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Bieito Rubido: “No hay que ser nacionalista sino patriota”

15 de diciembre de 2021
bieito
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Después de diez años al frente del diario ABC, Bieito Rubido acaba de firmar un libro que, “a diferencia de los de otros colegas, no es un ajuste de cuentas con nadie”, sino una crítica bien intencionada sobre el oficio periodístico. Su propósito es colaborar a “una España que sea mejor de lo que es”, porque cree que en parte eso llegaría de la mano de un periodismo que respete más el honor de las personas y su vida privada.

– Su libro se llama Contar la verdad. ¿Qué es la verdad para un periodista?
– Es complicado de definir, puesto que nosotros manejamos fragmentos de la realidad, nunca la totalidad, todas las aristas de todo los casos. Por eso, la verdad es algo a lo que podemos acercarnos, pero no alcanzar, y en todo caso lo importante de un periodista es que sea honrado, que sea honesto y no trate de engañar a los lectores ni a la empresa ni a sí mismo. Hay un mandato categórico, como expresó Immanuel Kant, de que hay que decir la verdad pase lo que pase y a mí a veces me asaltan las dudas sobre si siempre hay que contar la verdad y si los periodistas no tenemos, a veces, un compromiso con un bien moral superior, que puede ser en algunos momentos el bien común, lo mejor para la sociedad o para el país. Pero tampoco tengo en esto las ideas muy claras.

– Ese es el asunto, cuando un periódico se muestra como el portavoz de defensa de los intereses de una región o una ciudad, por ejemplo.
– Los periódicos locales nacieron en el siglo XIX en España como defensores de unos intereses y no siempre los intereses de una ciudad son los más legítimos con respecto a otra ciudad. Esto lo hemos visto en España con el enfrentamiento entre La Coruña y Vigo o entre San Sebastián y Bilbao, entre Gijón y Oviedo, entre Málaga y Sevilla o entre Tenerife y Las Palmas. Eso no es exclusivo de Canarias y se da en toda España. Ahora lo vemos entre Madrid y Barcelona o en el acoso por parte del PSOE a Madrid o lo que representa Madrid en estos momentos. Por eso, creo que muchas veces no impera la verdad, sino que impera el interés, que es un concepto muy diferente al de la verdad.

– La irrupción de internet es indudable que ha cambiado las reglas del negocio: ha sido para bien en muchos casos y para mal en otros, pero el trabajo de informar ha cambiado radicalmente. Ahora con un nuevo emprendimiento, como es “El Debate”, ¿qué formas de periodismo sirven para lo digital y cuáles ya no sirven?
– Se ha transformado radicalmente el negocio y ahora es un negocio pequeñito, al margen de las grandes cadenas y los medios audiovisuales. La información es un negocio pequeño tirando a muy pequeño. Yo creo que en internet todavía estamos en la prehistoria de lo que va a ser y cómo se va a desarrollar y, de momento, la información tiene que ser gratis, porque los muros de pago han resultado un gran fracaso. Solo se puede pagar por historias verdaderamente exclusivas a las que se llame “premium”. Pero en España se llama premium a cualquier cosa.

– Lo que sí parece el público estar adaptándose es a las plataformas de streaming, a pagar una pequeña cantidad para ver películas o escuchar música. ¿A algo así deberían acercarse los periódicos?
– Nuestro modelo de negocio está más cercano a lo que es Netflix, que a lo que es un periódico convencional, pero para eso tienes que crear contenidos muy distintos a los que dan en general los canales normales. De momento, en nuestro caso, lo que queremos es consolidar la cabecera y que entre mucha gente, tener influencia y muchos lectores.

– Hablemos de la situación general de España. ¿Sánchez es un mal que quizá no dure cien años, pero que durará todo lo que él quiera?
– No, todo lo que él quiera no. El descrédito de Sánchez es galopante en la sociedad española ahora mismo. Aunque se hable de si rompen o no la coalición, yo creo que en sus cálculos está permanecer hasta 2023 y confía en que los fondos europeos le van a ayudar. Pero si cede a todas las pretensiones de Podemos se va a hundir electoralmente. Hay una gran parte de la sociedad española que creo que va a reaccionar en las próximas elecciones, como ya reaccionó en mayo en Madrid. Yo auguro una mayoría entre el Partido Popular y Vox que les permitirá gobernar cómodamente en el futuro.

– Pero lo de mayo estaba motivado por una Isabel Díaz Ayuso que se parece bastante poco al resto del PP.
– Bueno, pero miremos a Galicia. Allí, el éxito de Feijóo fue superior al de Díaz Ayuso, porque ganó por mayoría absoluta y bordeando el 50% de los votos. Y Feijoo no tiene el mismo registro o la misma sensibilidad ideológica que Díaz Ayuso, porque el PP es un partido muy amplio donde cabe gente como Díaz Ayuso más hacia la derecha y otra como Feijoo que está más al centro. Aunque eso es hilar demasiado fino y el PP es el partido llamado a gobernar en la etapa siguiente, porque el país necesita una alternativa y la izquierda actual necesita irse al rincón de pensar, para plantearse cómo puede gobernar este país de una manera bien distinta a como lo está haciendo ahora mismo.

– ¿Qué papel le asigna a Vox?
– Muchos de sus planteamientos los comparte muchísima gente, aunque no se compartan las formas. Hay mucho votante del PP al que le gusta lo que dice Vox, hay valores que defienden y que les gustan a mucha gente. Por eso creo que ha venido para quedarse, aunque no tiene capacidad para ser la cabeza tractora del centro derecha. Ese es un papel reservado para el PP y por eso creo que Vox será muy difícil que supere los tres millones de votos nunca.

– Este experimento de Sánchez de romper esos consensos que él mismo había dicho que no iba a romper sienta también un precedente: en el futuro habrá alguien que ya lo ha hecho.
– Por eso hablo de esta reflexión necesaria de la izquierda para volver al consenso constitucional y plantearse que no puede aliarse con señores que proponen la ruptura de España. Eso Sánchez lo hizo por una ambición desmedida. Si el PSOE quiere gobernar plácidamente y sin necesidad de un acuerdo con la extrema izquierda comunista debería plantearse seriamente no volver a repetir ese esquema. También considero que el PSOE y el PP deberían de una vez por todas llegar a grandes pactos y uno de esos sería dejar gobernar al partido que sea mayoritario en las elecciones, aunque no sea una mayoría absoluta, para poder tener una alternancia. El bipartidismo le ha resultado muy bueno a España y el pluripartidismo no ha sido tan bueno como otros creían, porque ha llevado a radicalizar mucho las posiciones. El día que en España PP y PSOE logren entenderse estaremos en mejores condiciones que ahora.

– Es cierto que Sánchez ha roto estos tabúes basándose en un apoyo mediático abrumador. ¿A qué se debe está hegemonía de la izquierda?
– La derecha inexplicablemente le ha cedido toda la batalla cultural, la del relato, la de las ideas y la informativa a la izquierda. La ha dado por perdida. Hoy en España el 70% del sistema mediático cuenta la historia de la sociedad desde el ángulo de la izquierda. Eso ha sido una torpeza considerable del propio PP, que ha contribuido a que así sea.

– La derecha en general, no solo el PP.
– Sin duda, ahí están grandes empresarios y grandes banqueros apoyando este esquema mediático. Esa es una de las grandes batallas culturales que nosotros en “El Debate” queremos abordar. Yo defiendo la pluralidad, porque lo que no puede ser es la hegemonía de un lado nada más, la derecha ha perdido muchísimo terreno en ese sentido.

– Pero cualquiera que tenga hijos en edad escolar sabe lo que hay hoy en día en las aulas. Muchos padres han abierto los ojos con las clases online durante el confinamiento.
– Es lo que estábamos hablando. Que la derecha ha abandonado la batalla cultural a manos de la izquierda, que ha ocupado dos posiciones estratégicas: la educación y los medios de comunicación. Con eso Jordi Pujol, durante 40 años, hizo una obra de ingeniería social en Cataluña y cambió Cataluña de arriba abajo. Lo mismo ha ocurrido en España en los últimos años. Fíjese que la Asociación Católica de Propagandistas, promotora de “El Debate”, nace en 1908 con esa idea de actuar sobre la sociedad a través de la comunicación y de la educación. Por eso crea respectivamente “El Debate” y la Fundación San Pablo CEU, que es propietaria de tres universidades.

– Todo esto del volcán de La Palma ha llamado mucho la atención de los medios nacionales, “que de otra manera nunca se ocupan de nosotros”. ¿Esa sensación también se tiene en otros lugares de España?
– Yo soy de una esquina de Galicia, en uno de los confines del mundo, Cedeira. Pero a Madrid no se le puede reprochar nada, porque es una ciudad muy acogedora que no le pregunta nada a nadie y que tiene un alma que recibe bien a todo el mundo. Lo que tenemos que hacer todos es desde nuestros territorios aprender a superar determinados complejos que no nos ayudan en nada. Cuando fue lo del “Prestige”, en Galicia también desembarcaron hordas de periodistas y televisiones extranjeras y fue una tragedia. El volcán de La Palma no es culpa de los palmeros ni de los peninsulares. Es un fenómeno de la naturaleza, que tiene una fuerza que el ser humano y su fanfarronería sigue sin poder controlar. Estamos en una sociedad muy fanfarrona y autosuficiente, pero en el arranque de 2020 de repente un bichito que no vemos nos ha puesto contra las cuerdas al mundo entero.

– ¿España es una suma de localismos?
– Hay algunas ideas que tenemos que erradicar porque son muy nocivas y no son nada buenas. El localismo y el nacionalismo no son buenos. Yo creo que no hay que ser nacionalista, sino que hay que ser patriota. Es la gran diferencia de la que hablaba Bertrand Russell, el patriota es aquel que quiere que su país sea el mejor, en cambio, el nacionalista es el que cree que su país ya es el mejor. Por eso creo que tenemos que ser patriotas y querer que las cosas vayan bien y dejar a otros esa perversión del nacionalismo. Canarias, por ejemplo, es una comunidad que despierta una simpatía enorme en el resto de España y todo el mundo en la Península cuando quiere pensar en algo idílico donde pasarse las vacaciones se lo imagina en Canarias mucho más que en Baleares, por ejemplo. Canarias ha tenido además la suerte de que aunque tiene movimientos nacionalistas no ha llegado a la perversión de Baleares con el idioma y un rechazo, una hostilidad, al peninsular que en Canarias no se ve. Estas islas tienen un cartel en el resto de España magnífico en todos los sentidos.

– ¿Le recomendaría estudiar periodismo a un joven que está en la duda acerca de su vocación?
– Yo le recomendaría un posgrado, porque soy partidario de que las facultades de periodismo desaparezcan y que los periodistas estudien derecho, ciencias económicas, historia o medicina –lo que quieran– pero que después hagan un posgrado de dos años y que con ese posgrado se ejerce el oficio. Eso sería el ideal, desde mi punto de vista.