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Argentina, un espejo que adelanta

8 de diciembre de 2021
kirchner
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En una de esas escenas que toda buena película tiene y que la definen en todas sus intenciones, el hijo del protagonista de “La tregua” le dice a su padre, con un tono de amargo reproche, que se mira en él “como un espejo que adelanta”. Héctor Alterio, el padre, es un hombre cincuentón que no puede evitar transmitirle a su hijo la sensación de que su vida ha sido mediocre, la misma que quizá le espere a él. Viendo algunas de las penurias por las que pasa Argentina en estos momentos, que no son sino consecuencia de muchos años de errores de su clase política, uno se pregunta si no es “un espejo que adelanta” de ciertas cosas que pueden suceder en España en el futuro.

Sabido es que para los dirigentes de Podemos, el kirchnerismo –la facción peronista que controla el poder– es un modelo a seguir, incluso más que el chavismo de Venezuela. Y son en la actualidad precisamente Venezuela y Argentina los campeones mundiales de la inflación, con el país caribeño en el 2.000% anual y el del cono sur americano en el 50%. En momentos en que el Gobierno de España ha prometido a Bruselas, en su nuevo plan presupuestario para el próximo año, que reducirá el déficit estructural con subidas de impuestos, bueno es saber que Argentina, según el Banco Mundial, es uno de los países con la mayor carga fiscal sobre la economía formal de todo el mundo.

Por otra parte, cuando oímos que “la generación mejor preparada de la historia” –sea esto cierto o no– busca su futuro personal cada vez en mayor medida fuera de las fronteras de España, podemos recordar que a 7 de cada 10 jóvenes argentinos les gustaría vivir en otro país y que consideran seriamente la posibilidad de emigrar, como muestra de un pesimismo que va más mucho allá de la tristeza que transmite el tango, sino que se apoya en el dato cierto de que las cosas siempre han ido a peor en el país durante los 20 o 30 años que les ha tocado vivir.

Buena parte del fracaso como país de Argentina se puede atribuir a que lleva más de 70 años con políticas económicas erróneas, que tienen su origen en un hecho incontrastable: el estado sistemáticamente gasta más de lo que debería. La estadística lo muestra con claridad: de los últimos 60 años, solo hubo 6 sin déficit fiscal, algo que ocurrió entre 2003 y 2008. Cabe explicar, sin embargo, que esto fue el resultado del boom de las exportaciones agrícolas, sobre todo soja, con unos precios internacionales récord que propiciaron un gran aumento de la recaudación. Es decir, no fue porque el gobierno se hubiese ajustado el cinturón.

Con escasas excepciones, durante esos 70 años de decadencia los sucesivos gobiernos siguieron el patrón que más gusta a la clase política española: crecimiento constante de la intervención sobre el mercado, políticas de gasto expansivas y endeudamiento crónico. En este aspecto, el modelo se extiende hoy hacia Estados Unidos, con el presidente Biden citado con devoción por los miembros del gabinete de Sánchez. El mismo que ha dado rienda suelta a la máquina de imprimir dólares, para llevar la inflación a los peores números de los últimos 30 años, hasta un 6,2% anual que ha puesto los pelos de punta a la población norteamericana y enciende las previsibles alarmas.

Todo con la justificación de impulsar la recuperación de la economía tras la crisis pandémica. La cifra prometida por el presidente demócrata es mareante: 1,75 billones de dólares para gastar en infraestructuras mayormente, lo que puede llevar a empeorar seriamente las expectativas de inflación y derivar en una espiral ascendente de precios y salarios, donde estos suelen ser siempre los que se llevan la peor parte.

Nada parece augurar un cambio en las querencia de los responsables políticos españoles por este tipo de políticas públicas, y nos queda por saber cuánto peor podría ser el panorama en el caso de que todavía se pudieran acuñar pesetas en vez de estar contenidos por la imposibilidad de hacerlo al haber adoptado el euro en 2002. Los próximos meses serán los que marquen definitivamente el rumbo económico del gobierno de Sánchez en los años que le quedan hasta agotar la legislatura. Serán la demostración de hasta qué punto el caso argentino pueda ser un espejo que adelanta.