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Y algunos todavía se sorprenden

3 de mayo de 2023
Pedro Sánchez y el Tito Berni
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Uno no sabe qué pensar, si esto es una gran simulación o es que todavía haya quien se pueda sorprender de todo lo que rodea el caso Mediador, la trama del llamado Tito Berni. La capacidad de asombro debería estar a estas alturas agotada para alguien bien informado, porque tanto las líneas generales como los detalles de este mecanismo coinciden con lo que imaginamos –o sabemos– acerca del proceso de toma de decisiones políticas y cómo se resuelven muchas veces los contratos con el sector público.

No debería dejar estupefacto a nadie que comprobemos una vez más que los ya injustificables fondos para subvencionar la agricultura y ganadería sean fuente de corrupción y que su gestión esté mucho menos marcada por la necesidad de unos productores que por la avidez de captación del dinero de nuestros impuestos por un puñado de aprovechados cuyo negocio consiste en la subvención en sí y no en el objeto subvencionado.

Si nos hemos pasado años elogiando a quienes lo hicieron en el pasado, cómo vamos ahora a escandalizarnos de que existan diputados canarios que en Madrid se dedican a trabajar de conseguidores. Su labor forma parte de una larga tradición, que pervierte por completo lo que se supone que es un sistema de representación popular y no una consultoría de asuntos públicos. Si añadimos que ya es hipócrita el modo en que se plantea hoy en día el debate en torno a la prostitución, mucho menos cabe simular espanto al enterarnos de que los que votan durante el día ese brindis al sol que es la abolición de este oficio milenario sean los mismos que durante la noche se convierten en sus grandes clientes.

Es necesario haber visto demasiadas series para creer que es caro comprar un diputado. La revelación de las cifras que se mueven en torno a las distintas piezas del entramado de Tito Berni nos habla de precios más que accesibles y a veces ni siquiera eso: con pagarles los vicios un par de noches alcanza para que cumplan con lo que uno necesita que hagan. Si hasta se dejan fotografiar y todo, para poder rememorar las andanzas años más tarde, aunque tenga que ser en los tribunales.
La manera en que se dilapida el dinero de nuestros impuestos en acciones de solidaridad internacional es conocida, por eso, no es creíble el estupor que parece causar enterarse de que el único enviado a prisión de la trama se haya visto implicado en posibles amaños de contratos vinculados a la acción exterior de España en cooperación y seguridad. Colgarse el cartel de persona solidaria con rango internacional ha sido y es el modo de vida de algunos muy conocidos políticos de las Islas, de manera que no corresponde rasgarse las vestiduras por lo que hasta ahora sabemos de las andanzas del general Espinosa en cuanto al Sahel.

Cualquiera que conozca un poco de la organización de los partidos políticos sabrá que las cuotas existen, por territorio o por familia de origen, pero que esto tiene sus contrapesos. Por ejemplo, si toca ceder (con carácter hereditario) a alguien de Fuerteventura el área de Ganadería en el gobierno regional, también es cierto que por debajo se le colocará a alguien que lo controle o, al menos, haga un reporte de qué es lo que hace cada día. Por eso, no podemos mostrar extrañeza al saber que por debajo de los Fuentes había alguien puesto allí al solo efecto de cumplir con esa función, porque de esa manera se suelen diseñar los organigramas en los puestos de responsabilidad política.

En definitiva, la aparición de este enorme escándalo no hace más que confirmar que la corrupción está en todos lados, porque en todos lados hay un excesivo poder de decisión del estamento político. Si decidieran sobre menos cosas, menor sería la corrupción. Añadir nuevos y complicados mecanismos de control no es tan eficaz como alejar las posibilidades de que se produzcan casos como este. Si cada uno se va a corromper en la medida de sus posibilidades, lo más razonable es que estas sean las mínimas posibles.