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Encuentro Moda: Derribando mitos

1 de marzo de 2018
Nº28
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La empresa, nacida en Canarias, tiene más de 140 tiendas en toda España, ha superado la cifra de los 1.000 empleados y los 60 millones de facturación.

El textil es un sector muy competido donde, por fortuna, España tiene algunas de las mejores enseñas del mundo. Esto convierte en meritoria la andadura de cualquier empresa que, de la nada, alcance cotas exitosas. Lo deben saber muy bien en Encuentro Moda, una compañía canaria que juega en las grandes ligas, con casi mil empleados y más de ciento cuarenta tiendas por media España, con un nivel de exigencia tan acentuado que algunos conocedores lo consideran pilar de la compañía. Al menos así lo cree Gonzalo de Lorenzo Cáceres, el director general del grupo, quien acaba de cumplir catorce años en la compañía a la que llegó con intención de regresar a Canarias aunque creyendo que aquella aventura sería provisional, tan solo un par de años. Encajó en la filosofía de su fundador, Raúl Méndez, un gomero inquieto que comenzó con apenas dieciséis años trabajando como peón mientras estudiaba por las noches y que, gracias a su tenacidad, talento y capacidad, pronto se dedicó a la representación con una serie de muestrarios que iba enseñando por tiendas de todas las islas. Su olfato para observar rápidamente lo que tiene demanda y lo que no, le permite hacerse con un cierta clientela y reputación, lo que le lleva tempranamente a ampliar su número de proveedores, muchos de los cuales estaban por aquel entonces en Barcelona. Su visión, más una notable gestión de su incipiente patrimonio le va permitiendo crecer poco a poco, obteniendo una oportunidad real en el momento en que una de sus clientes, una señora de Las Palmas de Gran Canaria, contrae una importante deuda con él y le ofrece cederle su negocio para cancelarla. Una mente genuinamente empresarial y entrenada para observar las necesidades de su clientela le lleva a concluir que sus oportunidades mejorarían si fuese capaz de salirse de lo convencional, lo que le lleva a buscar a un patronista y un taller, que comienzan a trabajar para él. Nótese que carece del conocimiento de tipo técnico, ni le gusta ni sabe coser, pero el conocimiento de tipo práctico le lleva a mantenerse por delante de los gustos de sus clientes. Así comenzó la parte más fecunda de su obra, la que hoy factura ya por encima de los 60 millones de euros al año y que resulta desconocida para un enorme mayoría de los canarios, incluso sus usuarios que no tienen porqué saber que se trata de una enseña nacida en las islas.

La alergia de Raúl Méndez a los medios contribuye al desconocimiento pero parece cierto que no es algo premeditado y sí más una consecuencia del trabajo duro y la necesidad de concentrarse en lo que se considera vital para el negocio. Es inevitable establecer paralelismos con la empresa líder del sector, Inditex, incluso con su impulsor Amancio Ortega, cuya primera fotografía en los medios coincidió con el momento en que su empresa salía a bolsa. Dicho lo cual, no resta duda de que la historia de esta empresa es extraordinaria sin necesidad de recurrir a comparaciones. 

De aquellos inicios en Las Palmas, donde se abrieron las primeras tiendas, queda una impronta, una filosofía que se sigue defendiendo en el grupo sobre el tipo de personas a las que dirige sus prendas. Básicamente mujeres, no está previsto abandonar esa idea en el futuro, ni próximo ni lejano, mujeres normales de edad mediana que quieran estar a la moda sin dejarse una pequeña fortuna en el empeño, con colores divertidos sin responder a criterios estandarizados tan habituales en el sector, ropa que las haga sentirse mejor en cada momento, mimándolas porque es algo que se tiene presente en todo momento. Las razones por las que los hombres no son un objetivo son explicadas de forma clara por el propio director general, “tenemos mucho trabajo con lo que ya hacemos y en nuestra idea de diversificar no entra dedicarnos a los hombres”. Idea que queda patente con la creación de una segunda marca, Öbu, que compite contra otras enseñas pertenecientes a multinacionales que buscan ubicaciones en zonas secundarias, “no en la Calle del Castillo, más bien centros como El Galeón en Tenerife o Las Terrazas en Gran Canaria”. Hemos visto el jaleo armado por la irlandesa Primark, un acontecimiento social cada vez que abre una tienda como sabemos en las islas pero que fue especialmente sonado cuando se arriesgaron a abrir un megacentro en la Gran Vía madrileña. Nuevos operadores, nuevas formas de hacer las cosas, además ensolerados con una crisis en las que el precio se convirtió en un asunto verdaderamente capital para una cantidad no despreciable de consumidores: “Primark ha influido pero probablemente la crisis ha sido más importante de cara a los cambios en el sector”, nos dice De Lorenzo Cáceres. “Nosotros nos hemos movido en un precio moderado, se notó mucho más en los que estaban en los extremos, los que trabajaban con precios altos o aquellos que lo hacían en precios bajos. El gap se redujo en los precios, todo el mundo los tocó y algunos no pudieron resistirlo. Luego los nuevos, que competían vía precios, añaden incertidumbre pero sobre todo, lo que cambia es que entre la desregulación y la desesperación los periodos de rebaja desaparecen para dar pie a una etapa en la que prácticamente es rebaja todo el año”.

En ese entorno es interesante averiguar cuántas colecciones son puestas en el mercado cada año pero no resulta sencillo obtener una respuesta unívoca: “Depende del concepto, puedes decir que cuatro si cuentas con una por estación o si tienes en cuenta las transiciones entre temporadas te vas a una cifra superior. Luego, claro, están las particularidades de cada operador, nosotros contamos con nuevos productos cada semana, no menos de diez modelos con nuevo diseño. No hay semana que tal cosa no ocurra”. Esto supone un enorme esfuerzo que involucra a toda la empresa, no es solo un desafío logístico, también son los equipos de diseño o compras los que están permanentemente concernidos. Cabe preguntarse, con ese nivel de rotación, cuando se sabe si una prenda puede considerarse que no ha obtenido el apoyo de los clientes, por más que tampoco hay una respuesta única que sea satisfactoria: “eso depende incluso del tiempo, si el invierno se retrasa, por ejemplo, te planteas darle una segunda oportunidad”.

Otro enigma tiene que ver con las empresas que se dedican a la fabricación de la ropa, a nadie se escapa el enorme revuelo armado con cada reportaje sobre las factorías en el tercer mundo que se dedican a elaborar las prendas que usamos a diario. No conviene olvidar la aparente contradicción de que preferimos comprar ropa barata pero garantizando derechos laborales del primer mundo a los que hoy hacen aquello que nuestros países hicieron previamente y que las alternativas para esas personas empleadas en ese tipo de trabajo no suelen darse entre óptimos, usualmente en caso de desaparecer el empleador su mejor opción puede estar -desafortunadamente- plantando arroz por una fracción del salario que percibe -ojo, explicar no es justificar, a todos nos gustan los trabajos bien pagados y confortables pero esos solo existen en los estudios de Oxfam basados en el pensamiento mágico-. En todo caso, no es algo que rehúse comentar nuestro interlocutor, para además incidir en una característica que empieza a imponerse entre las grandes del sector: ”Nosotros tenemos un protocolo que supone una serie de obligaciones para aquellos que contraten con nosotros, cuidamos que no se produzcan abusos, hacemos inspecciones y no aceptamos subcontrataciones. Es claro que estamos en contra de cualquier tipo de explotación pero no todo es explotación, hay oportunidades para esos países ahora que están aprovechando. Ahora bien, no nos parece mal que exista esa presión social para que las empresas extrememos el cuidado y se eviten situaciones desagradables. En el equilibrio debemos encontrar nuestro sitio, pasa igual que cuando se meten con los empresarios de manera radical, creo que toda persona debería tener en algún momento de su vida una empresa, para que la crítica venga desde el conocimiento”. Dicho esto, es sorprendente aprender que un 30% de la producción se hace en España pero, lejos de lo que pudiera parecer, no es la más sofisticada o complicada, antes al contrario, la más sencilla donde lo que prima es la rapidez con la que puede incorporarse al mercado. ¿Se puede ser competitivo fabricando en nuestro país?: ”Con ciertas prendas, sí. Camisetas más que chaquetas, lo más complicado no se puede hacer en España”, responde el director general de Encuentro Moda para desconcierto del entrevistador. “Pero, si existía toda una tradición del sector textil en España, más en Cataluña donde ustedes están ahora”, puede argüirse tímidamente. “Se ha desestructurado, la ventaja española en este momento es acceso rápido de prendas sencillas, el factor tiempo como definitivo ante cualquier cambio de demanda no previsto. Esto ha permitido mantener una industria que casi había desaparecido, otra cosa es que sean los asiáticos quienes la copen, casi no quedan españoles en el sector. Los asiáticos han venido y seguimos teniendo Marruecos al lado, lo que ha contribuido al cambio”.

Hemos sobrevolado la crisis del año 2007 pero, a veces, da la impresión que ciertos grupos o sectores apenas sí la notaron. Quizás, con matices, pueda ser el caso de Encuentro Moda, una empresa que unos años antes había afrontado una situación de tensión interna, de las que viven muchas compañías antes cambios societarios internos. La razón y el momento en el que llega a la empresa De Lorenzo Cáceres. Se toman algunas medidas, básicamente poner cierto orden a las aperturas que se estaban produciendo que no parecían responder a un patrón determinado, más bien se iba actuando conforme se presentaban oportunidades. Se cierran algunas y se decide crecer de Sur a Norte, se confía en la idea de que cuanto más homogéneo es un mercado más sencillo parece acometerlo. Son tiempos en los que el dinero fluye, los bancos, auspiciados por las políticas monetarias expansivas, son incentivados a actuar de manera compulsiva y con la idea de “barra libre”. Lo que para algunos fue una oportunidad por aprovechar, para otros supuso la mejoría que se da antes del punto final, una auténtica sentencia de muerte que se veía demorada en el tiempo. Pero para una empresa con notable tesorería más una prudente gestión las cosas estaban claras, “en la casa hay aversión al riesgo, lo que nos vino muy bien cuando las cosas se pusieron serias. Hasta ese momento todo el mundo hablaba de expansión, incluso apalancándose si resultaba necesario. Nosotros lo evitamos, nuestra buena posición de tesorería hizo que cuando empieza a desplomarse todo se presenten enormes oportunidades. La crisis arranca con un problema de liquidez y no era nuestro caso”. 

¿Acaso es Raúl Méndez un visionario que sabía lo que otros muchos ignoraron?. A toro pasado se puede elucubrar con casi cualquier cosa pero lo cierto es que no era sencillo desoír los cantos de sirena que se recibían entonces para acometer vibrantes proyectos de expansión. Él no lo hizo y pudo hacer una mejor gestión cuando otros empezaron a notar los efectos de tsunami que se avecinaba sobre sus cabezas: “La verdad es que Raúl me comenta que a él siempre le ha ido bien con las crisis y que se presentarían mejores posibilidades cuando todo el mundo se empezase a replegar, que intentásemos mantenernos. La gente comenzó a cambiar sus estrategias mientras que nosotros mantuvimos la nuestra, hubo un momento en que la gente empezó a llamar ofreciendo buenísimas posiciones a precios muy inferiores a los que existían antes de la crisis. Lo aprovechamos, ahora que las cosas se han ido recuperando nosotros ya estamos dentro de los mejores centros comerciales”. 

Ese es el tipo de conocimiento que jamás se presta en una universidad ni está al alcance de todos esos entrenadores de emprendedores que jamás han emprendido nada. Es algo que se tiene o no, que conjuga experiencia con sentido común para encontrar la vía adecuada al éxito sabiendo que este tipo de resultado no se regala en ningún sitio: “Es increíble, nuestro fundador no tuvo la fortuna de recibir una formación reglada de ese nivel pero sabe lo que son los conceptos sin saber definirlos, pura intuición e inteligencia natural. Es incansable”, concluye uno de los principales colaboradores de uno de los empresarios más exitosos y desconocidos de Canarias.

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