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Dentro del Banco de España

1 de mayo de 2018
Nº30
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La Gaveta Económica ha tenido la oportunidad de adentrarse en la sede del Banco de España para descubrir algunos de sus secretos. Si bien en su patio de operaciones cualquier ciudadano puede entrar para hacer una suscripción de deuda nacional, realizar cualquier trámite del CIRBE o simplemente canjear monedas y billetes de las antiguas pesetas por euros, esta edificación es una fortaleza cuyo tesoro más preciado no es otro que la cámara del oro sobre la que se cuentan todo tipo de anécdotas que se mueven entre la realidad y el mito. Con la entrada en la unión económica y monetaria los bancos centrales de la zona euro perdieron parte de sus facultades y aún así conservan buena parte de sus funciones y permanecen como símbolos del poder económico de los Estados.

Allí donde la madrileña calle de Alcalá corta el paseo de Prado y el de Recoletos, se sitúa la fuente de la diosa Cibeles, flanqueada por cuatro edificios monumentales que se cuelan en casi todas las postales y fotografías que los turistas se toman al visitar Madrid. A un lado la Casa de América, al otro el Palacio de Telecomunicaciones convertido en sede del Ayuntamiento, el cuartel General del Ejército de Tierra y el propio Banco de España, que también da nombre a la parada de metro ubicada en aquella confluencia.

No es casual que el Banco Central de nuestro país se levante sobre un enclave tan privilegiado y que, con el paso de las años haya ido ampliándose hasta ocupar toda la manzana cerrando el perímetro con los muros de su edificio. La historia de esta institución debe buscarse, no obstante, en otros bancos como el de San Carlos que en 1782 fue creado por iniciativa del Conde de Floridablanca por una real cédula del rey Carlos III para servir de apoyo financiero al Estado.  Sus tareas entonces eran las de transformar los Vales Reales en efectivo, proveer de víveres y vestuario a las Fuerzas Armadas, atender los pagos de la Corona en el extranjero, combatir la usura y facilitar al crédito a la industria. Aunque nos encontramos ante el embrión de un banco central público esta institución era de capital privado y sus accionistas tomaban las decisiones en las juntas que se celebraban en el palacio de Monistrol de la calle Luna. Pese al favor real, los billetes que emitió no tuvieron demasiada aceptación entre el público, que todavía podía elegir qué moneda usar sin que existiera un banco central con el monopolio de la emisión de billetes en cada país. Creado para financiar al gobierno en sus últimos años el endeudamiento de éste hizo imposible su viabilidad y en 1829 se creó el Banco Español de San Fernando para sustituirlo. Esta transformación se llevó a cabo por lo que hoy llamaríamos una quita de la deuda que el gobierno mantenía con la entidad: de los casi 310 millones de reales que le debía sólo se entregaron 40 millones. Una prueba más de que el endeudamiento público, lejos de ser una problemática nueva, ha sido una constante de todos los gobernantes a lo largo de la historia y que, cuando los afectados son los poderes públicos, se terminan resolviendo de forma similar. 

En aquella época al menos existía cierta competencia y en 1844 se creó por iniciativa privada el Banco de Isabel II con facultades para emitir billetes al portador. La libre competencia nunca ha sido del agrado de los monopolios o de quienes gozan del favor público por lo que el Banco de San Fernando llevó a cabo todo tipo de acciones legales para impedir la actividad de la nueva entidad con poco éxito hasta que unos años después, en 1847, ambos se fusionaron. Ya se sabe, si no puedes derrotar a tu enemigo, únete a él. La sede de lo que se dio en llamar Banco Español de San Fernando se trasladó a la del Banco de Isabel II que se encontraba en el edificio de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, en la calle de Atocha. Ni una década quedaba para que el fruto de esta unión adoptará su actual nombre y localización.

El Banco de España tal y como lo conocemos hoy fue tomando forma y en 1868 el gobierno declaró la peseta, dividida en 100 céntimos, unidad básica del sistema monetario español. Pero el verdadero hito que define un Banco Central se produjo en 1874 cuando el gobierno le concedió  el monopolio de la emisión de moneda. Todo cambia a partir de este momento que es cuando podemos empezar a considerarlo el Banco del Estado, y como tal merece una sede propia que visibilice su poder y dé cabida a todas las funciones que irá desarrollando.

La sede del Banco de España

Así es como en 1891 se inaugurará un monumental edificio situado entre la calle de Alcalá y el paseo del Prado que constituye la parte más antigua de la actual sede. De ésta época data la llamada “escalera imperial”, construida en mármol de Carrara, está flanqueada por dos impresionantes galerías que actúan como vestíbulo de los “patios gemelos”, concebidos originalmente como oficinas de Efectos y Cuentas Corrientes. Esta escalera asciende acompañada de una serie de coloridas vidrieras manufacturadas por la empresa alemana Mayer, siguiendo un estilo simbolista e incorporando numerosas figuras alegóricas, como la diosa Fortuna, las musas, o el Trabajo.

La gran escalinata es también un viaje en el tiempo ya que conecta esta primera construcción con su primera ampliación terminada en 1934. Lo primero que encontramos es una sala amplia conocida como la rotonda de Echegaray en la que en su centro destaca un busto de un hombre que se levanta sobre una enorme columna. Se trata de una representación del ministro de Hacienda José Echegaray, quién ideó el monopolio de la emisión del Banco de España por lo que podría considerarse padre del sistema de banca central en España. No es extraño que el recuerdo de Echegaray se cuele entre las alegorías y dioses mitológicos que hacen referencia al dinero, a la abundancia o al comercio.

Al otro lado de esta rotonda de comunicación, nos encontramos con el gigantesco patio de operaciones coronado por una vidriera superior que baña de luz y color desde veintisiete metros de altura los casi novecientos metros cuadrados en los que todavía a día de hoy se llevan a cabo las operaciones de cara al público del Banco de España.

Símbolo de la permanencia del Estado

Las sucesivas ampliaciones del Banco de España se irán produciendo a medida que se compran los terrenos adyacentes con la expectativa de cerrar la manzana y completar el edificio que se levantará como una fortaleza símbolo del poder económico del Estado. No se trata de un capricho sino que va acorde con la ampliación de funciones que va adquiriendo el Banco de España en la lógica de conformarse como un verdadero Banco de Bancos, como proveedor de dinero de curso legal y forzoso en el país, responsable de las políticas monetarias, asesoramiento al gobierno, regulador y prestamista de última instancia. 

No solo se sucederán gobiernos de diferentes tendencias ideológicas sino regímenes políticos. Monarquías, repúblicas o dictaduras pasan mientras el Banco de España permanece. Prueba de ello serán las huellas que irán dejando en las tendencias de cada época en la construcción de las diferentes ampliaciones. Por ejemplo, sobre la portada que da a la calle Alcalá que se terminó en 1934 quedó rematada con el escudo de armas de España republicano con la corona mural, símbolo de la II República. Emblema que sobrevivió a los cuarenta años de dictadura como lo han hecho el resto de escudos que simbolizaban el Estado en cada momento. En los años 70 se llevó a cabo otra ampliación y el cierre de manzana se consiguió en el año 2006 tras muchos retrasos debido a la  protección urbanística del inmueble. El resultado, es una superficie construida total de 4.736 metros cuadrados, que comprenden la planta baja, tres plantas sobre rasante y cuatro sótanos en la que sus tallas y adornos escultóricos guardan un mismo hilo conductor a pesar de las variaciones de cada época. Prueba de ello es que durante la era republicana las alegorías se centraron en representar estampas obreras y no de deidades mientras que en la última fachada diseñada por Moneo destacan las esculturas cubistas realizadas por máquinas y no por la mano del hombre. El resultado es un edificio monumental con un diseño ecléctico que simboliza la permanencia del Estado y que en el Banco de España destacan como “el de mayor valor de nuestro país” por tratarse del edificio con el gravamen más elevado en el Impuesto de Bienes Inmuebles. 

La cámara del oro

No obstante, la parte del edificio sobre la que más se ha escrito se encuentra bajo nuestros pies. Tendríamos que excavar hasta 35 metros de profundidad para encontrar la cámara acorazada o “cámara del oro”, que ocupa una superficie de 2.500 m2, de los cuales 1.500 son útiles y el resto corresponden a blindajes y muros interiores. Acerca de la misma se cuentan algunas leyendas urbanas como que en caso de intento de robo la cámara se inundaría con el agua de la fuente de la Cibeles bajo la que se encuentra.

Como sucede en estos casos, estas fábulas no son ciertas aunque esconden algo de verdad. De hecho, si los ladrones se pusieran a cavar bajo la diosa Cibeles no tardarían en toparse con los túneles del metro. La cámara del oro se encuentra bajo el mismo edificio del Banco de España y, hasta la fecha, no ha sufrido intentos de robo. En caso de que un malhechor intentara un asalto debería superar una cantidad de medidas de seguridad que son tan antiguas como su propia construcción allá por los años 30. Tal vez conseguiría entrar pero no salir, y es que la cámara acorazada está rodeada por un foso que se llenaría, no con el agua de la Cibeles sino con el agua subterránea de los arroyos Oropesa y Las Pascualas, inundando este acceso a voluntad. Aunque se prueba de forma periódica nunca se ha utilizado este mecanismo, ya que en los 82 años de vida de la cámara nunca ha habido un intento de acceso no autorizado.

En caso de superar este primer hito encontrarían una serie de puertas acorazadas, la primera de las cuales tiene un metro de espesor, pesa alrededor de 16 toneladas y fue fabricada en Pennsilvania (EEUU) por la empresa Cofres York. Las demás puertas más pequeñas, pero también acorazadas, fueron fabricadas por la misma casa con un peso que oscila entre las quince y las ocho toneladas. La enorme puerta acorazada encaja al milímetro y cualquier impureza en el arco impide que encaje correctamente. El cuidado de la puerta es básico y cada seis meses se lleva a cabo un exhaustivo mantenimiento que entre otras cosas consiste en recubrirla de una fina capa de vaselina ya que la puerta es de acero, pero no inoxidable. Para abrirla se necesitan tres llaves y tres claves que deben accionarse al unísono y sólo de esta forma se puede accionar el timón que gracias a la ayuda neumática permite mover las pesadas puertas de acero con la punta de un dedo. Por si fuera poco, hasta hace 30 años estuvo viviendo allí mismo una pareja de guardias civiles con sus respectivas familias en dos viviendas que se construyeron bajo tierra.

Aunque se podría considerar que el sistema de seguridad es infalible en la práctica una decisión política bastó para vaciar la cámara del oro. En concreto, fue la firma del presidente Negrín la que decidió enviar todas las reservas de oro españolas a Moscú y Francia para financiar la guerra. Y es que ni siquiera las reservas de oro están a salvo de los políticos cuando lo demandan para sí, como ocurrió en el caso español o durante el fin del patrón oro decretado en EEUU por Richard Nixon. No hay fosos ni puertas acorazadas capaces de frenar las decisiones de los gobernantes que, al fin y al cabo, son los máximos responsables de la custodia de las reservas en este sistema.

A pesar de que España nunca llegó a adoptar el patrón oro y sus billetes nunca fueron convertibles exclusivamente en oro nuestro país llegó a ser la mayor potencia europea en este sentido y la cuarta del mundo con 714 toneladas del metal precioso entre lingotes y monedas. Unas reservas que para unos se perdieron a cambio de nada y para otros sirvieron para pagar armamento y suministros llegados desde Rusia y sus aliados.

En la actualidad, las reservas de oro del Banco de España son de 9,1 millones de onzas troy de oro pero no se encuentran todas en Madrid sino que se distribuyen entre sus cámaras acorazadas y otros tres lugares en el extranjero como Fort Knox facilitando las transacciones internacionales sin necesidad de trasladar físicamente los lingotes y aportando mayor seguridad al sistema al deslocalizar las reservas de oro por separado.

Junto a los 4500 lingotes custodiados en Madrid también se almacenan otros 2000 de menor pureza o tamaño, y alrededor de 300 lingotes conocidos como “el oro nazi”. Sobre estos lingotes que se identifican por tener estampada la esvástica provienen del cobro de importaciones a Alemania durante el III Reich y actualmente se encuentran bajo la supervisión de la ONU y el gobierno de Israel por considerarse que provienen del expolio al pueblo judío durante el Holocausto por lo que solo pueden retirarse en caso de que se demuestre que fueron adquiridos de forma legal. 

Los otros tesoros

Casi tan preciada como los lingotes es la colección numismática del Banco de España, formada por más de medio millón de piezas que incluye monedas de diversa procedencia, ya que recoge no solo la historia numismática de la península Ibérica, sino que hay también piezas griegas, romanas, bizantinas, de la América hispana, francesas o británicas. Asimismo, cuenta con una completa colección de dólares de oro, acuñados desde el siglo XVII. La mayoría de las monedas que componen esta colección proceden de las suscripciones populares realizadas durante la guerra civil para la financiación del ejército y de los depósitos constituidos a partir del año 37, a raíz del Decreto de Nacionalización de Divisas y Oro. Una vez más, una decisión política obligó a a los españoles a entregar su oro, ya fuera en pasta o amonedado, para reponer las reservas de oro que el gobierno republicano había gastado. Entregas que se realizaron en forma de depósitos por lo que la mayoría de ellos no son recuperables ya que los depositantes optaron por cobrar en efectivo el valor en oro de sus monedas. Otros, cuyas monedas tenían un mayor numismático o sentimental, prefirieron mantener el depósito con la esperanza de recuperarlas en el futuro y a día de hoy se siguen devolviendo siempre que el reclamante pueda acreditar su derecho sobre el depósito.

A este patrimonio hay que añadir el pictórico, entre los que destacan lienzos de Madrazo o Francisco de Goya, que cuelgan en las paredes de la sede del Banco de España cuando no están viajando por el mundo cedidas a museos de renombre para que sean expuestos temporalmente. O también un archivo histórico equivalente a 40 kilómetros de documentación con publicaciones y colecciones completas como la de la revista The Economist de la que solo existen tres en todo el mundo y una es la que se conserva en el Banco de España.

El Banco de España en la actualidad

Si bien durante años el Banco de España ha ejercido con plenitud de funciones la labor de banco central en España, cambió al perder parte de sus cometidos cuando se integró en la Unión Económica y Monetaria desde el 1 de enero de 1999. Aunque mantuvo parte de sus competencias perdió todas aquellas relacionadas con el monopolio del dinero fiduciario en favor del Banco Central Europeo por lo que desde ese momento se pueden diferenciar claramente las funciones como miembro de un sistema de integración supranacional y las que mantiene como banco central nacional. Se sustenta así un sistema en el que el valor de la moneda depende en cada momento de la seriedad y buen hacer de los dirigentes que controlan la banca central en lugar de asegurar el valor per se del dinero tal y como defienden los partidarios del patrón oro y en particular la escuela austríaca de economía.

Funciones como miembro del Sistema Europeo de Bancos Centrales 
  • Definir y ejecutar la política monetaria de la zona del euro, con el objetivo principal de mantener la estabilidad de precios en el conjunto dicha zona.
  • Realizar las operaciones de cambio de divisas que sean coherentes con las disposiciones del artículo 111 del TUE, así como poseer y gestionar las reservas oficiales de divisas del Estado.
  • Promover el buen funcionamiento de los sistemas de pago en la zona del euro. En este contexto, se enmarcan  las operaciones de provisión urgente de liquidez a las entidades.
  • Emitir los billetes de curso legal.
Funciones como banco central nacional
  • Poseer y gestionar las reservas de divisas y metales preciosos no transferidas al BCE.
  • Promover el buen funcionamiento y la estabilidad del sistema financiero y, sin perjuicio de las funciones del BCE, de los sistemas de pago nacionales. En este contexto, se enmarcan  las operaciones de provisión urgente de liquidez a las entidades.
  • Supervisar la solvencia y el cumplimiento de la normativa específica de las entidades de crédito, otras entidades y mercados financieros cuya supervisión se le ha atribuido.
  • Poner en circulación la moneda metálica y desempeñar, por cuenta del Estado, las demás funciones que se le encomienden respecto a ella.
  • Elaborar y publicar las estadísticas relacionadas con sus funciones y asistir al BCE en la recopilación de información estadística.
  • Prestar los servicios de tesorería y de agente financiero de la deuda pública.
  • Asesorar al Gobierno, así como realizar los informes y estudios que resulten procedentes.

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