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Cómo nos ve la Wikipedia

24 de noviembre de 2019
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Es cierto que la Wikipedia es objeto de muchas críticas por parte de quienes ven poco fiable su contenido. También es cierto que, en la mayoría de los casos, resulta una buena fuente de información, en especial cuando se trata de artículos que no se prestan al debate de ideas o que están muy en el ojo del público, ya que son estos los que son objeto de mayor atención y arbitraje por parte de los responsables de esta enciclopedia online, la mayor que ha conocido el hombre nunca jamás en cuanto a su volumen.

Borges solía echar de menos, en las ediciones modernas de la Enciclopedia Británica, una cosa que tenían sus predecesoras: la firma en cada una de las entradas. Las firmas, a su juicio, eran garantía de calidad. Y muchas veces esas firmas eran las de estudiosos de reconocido prestigio. La nueva Británica y su anonimato eran una pérdida considerable para el escritor argentino, porque ya no podían darse casos como los del sinólogo Herbert Allen Giles, que escribía sobre la literatura china, o el de la entrada correspondiente a John Keats que firmaba Robert Louis Stevenson, el autor de La isla del tesoro.

Hoy, la Wikipedia combina anonimato con autoría, ya que cada uno de los que aportan conocimiento a sus páginas virtuales lo hace firmando, en un registro que no está a la vista pero que se puede consultar con relativa facilidad. La autoría aparece así compartida entre los diversos colaboradores que van enriqueciendo los artículos día tras día. Nos preguntamos, entonces, por la autoría de la entrada dedicada en la versión en español para “Economía de Canarias”, donde aparece una serie de tópicos que ponen en duda la calidad de esta obra monumental, al menos en lo que se refiere a este artículo.

Allí leemos varios de los habituales mantras que a nuestro juicio sitúan la discusión pública en Canarias en un callejón sin salida. Por ejemplo: “El aspecto más importante de la economía de las islas es probablemente la fuga de capitales de la industria turística, con empresas inglesas, alemanas, escandinavas, españolas y de otros países que extraen las ganancias obtenidas en el archipiélago, invirtiendo el dinero en sus países correspondientes. Además otro factor importante de esta fuga de capitales es el hecho de que estas empresas pagan los impuestos de sus beneficios anuales en sedes centrales ubicadas en ciudades de la geografía española”. Con la difusión de ideas como estas, que no son ciertamente originales sino muy frecuentes incluso en nuestra clase política, ¿alguien puede sorprenderse de que no lleguen inversiones extranjeras a las islas?

La teoría del expolio, expuesta con claridad en este caso por la Wikipedia, es una de las causantes de que el esquema mental colectivo no evolucione hacia ideas que de verdad puedan ser útiles a la sociedad. De allí a conceptos como el de “soberanía” aplicado a cuestiones económicas hay un paso y para muestra basta con mirar el organigrama de muchas instituciones, atravesadas por esta derivada del nacionalismo económico, con consejerías y concejalías dedicadas a la “soberanía alimentaria” o la “soberanía energética”, por ejemplo. “La demanda turística ha promovido la construcción de grandes urbanizaciones que han expoliado el recurso paisajístico de las principales áreas, generando fenómenos de rechazo”, afirma en el apartado dedicado al turismo. No es de extrañar, porque pese a que Canarias es la comunidad autónoma con mayor parte de su territorio protegido (un 42 por ciento) y que incluye siete reservas de la biosfera, el tópico de la degradación del paisaje reina casi sin oposición en el debate público. Es bueno recordar la oposición de muchos diputados de origen urbano a la tramitación de la llamada Ley de Islas Verdes, que sus impulsores defendían como la manera de poder rentabilizar las bellezas paisajísticas de las islas menores occidentales, frente al conservadurismo medioambiental de las fuerzas de izquierda, que pretenden que se viva alrededor de santuarios intocables, y no dan respuesta a las demandas de una población menguante que de algo tiene que vivir para permanecer en su isla de origen.

Podríamos pensar que la influencia que tiene una simple entrada de la Wikipedia es menor, pero deberíamos tener en cuenta que son fuente de consulta preferencial de buena parte de los estudiantes, no ya de la educación obligatoria sino incluso en la etapa universitaria. Y que si ese artículo permanece allí sin que nadie discuta o mejore su contenido, será porque los lectores o sus editores están de acuerdo con esas afirmaciones, por más que configuren lugares comunes de los que sería mejor escapar.