cabecera_new

Milei: “Los que manejan los bancos centrales se arrogan ser Dios”

26 de diciembre de 2019
Milei
Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on linkedin
LinkedIn

El muy popular en Argentina economista es crítico acérrimo de las políticas de Mauricio Macri, culpa a la clase política de la manipulación de la moneda y los tipos de interés, pero hace un mea culpa desde el liberalismo: “La izquierda ha ganado la batalla cultural”

El Mozart de la economía, el demoledor de keynesianos, el rockero libertario… son algunos de los epítetos dedicados a Javier Milei, el hombre que en muy poco tiempo ha alcanzado una dimensión popular desconocida antes en Argentina para alguien que defiende las ideas de la libertad. Más que sus numerosos libros, son sus apariciones en televisión las que le han dado tanta celebridad y son garantía de éxito viral para aquel que las capture y las suba a las redes sociales. Caminar por la calle con él, como hemos podido comprobar, supone detenerse a cada paso para saludar a verdaderos fans que le piden una foto y lo saludan con enorme entusiasmo. “Tenés razón en todo”, “te sigo siempre, seguí así”, “muerte a los keynesianos”, son los piropos que recoge con alegría y naturalidad. Calcula que se hace un promedio de 50 selfies al día en sus paseos por Buenos Aires. Su figura ha inspirado canciones de grupos de adolescentes, memes, comics y hasta una muy curiosa obra de teatro, donde combina el humor y las nociones de economía. Pero este estilo personal, que tanto le ha dado, también puede haberle quitado algo, como ha sucedido con la exposición pública de asuntos personales. “No existe tal cosa como un almuerzo gratis”, dice a modo de explicación, citando a Milton Friedman.

– Es decir, que asumiendo las cosas negativas, cree que merece la pena todo esto.

– Lo que sí es cierto es que hasta hace poco las ideas de la libertad no tenían mayor difusión, pero hoy, si se les pregunta a los jóvenes por qué se acercan a estas ideas, el 80 por ciento menciona mi trabajo en esta pelea.

– Llamativo ese arraigo entre jóvenes que están absolutamente atravesados por las ideas socialistas que les inculcan en el sistema educativo.

– Lo que pasa es que no son tan “giles” (tontos) como se cree. Lo que sucede es que hay algunos que, en vez de defenderlas, realmente hundieron las ideas de libertad y ahora se dedican a criticar a los que tratamos de llegar la gente con un estilo distinto.

– Le echan en cara sus insultos a la hora de debatir en televisión.

– Hay que tener en cuenta cuál es la lógica de los programas de televisión. Cuando uno va a ellos y sabe que todas las demás personas a las que te enfrentas en los debates están en tu contra porque no les gusta la libertad, a uno no le queda otra que subir el tono si resulta que te interrumpen constantemente. Una de las cosas que nos pasan al explicar nuestras ideas es que se produce la disonancia cognitiva, esto es: llevar a las personas a la reflexión y a la conclusión de que todo lo que han pensado en su vida estaba equivocado. Eso genera una reacción y por eso me saltan enseguida a la yugular. Lo que hay que ver es quién fue el que agredió primero y ese nunca soy yo.

– No se conoce otro caso en el mundo de una obra de teatro centrada en asuntos económicos. Y que además triunfe.

– La obra de teatro era una charla sobre economía, pero con mucho humor, bajo la forma del consultorio de un psicólogo. El público ha respondido siempre con éxito, porque se llevan a casa contenidos económicos, pero asimilados con una sonrisa. Cada vez que hemos presentado la obra la sala ha reventado de gente, incluso hemos tenido que agregar sillas en los pasillos, porque a la puerta del teatro acudía gente sin entradas.

– Todos esos momentos suyos que se repiten después en las redes sociales, algún sustrato dejan en la audiencia.

– Eso es. Una vez, me invitaron a un programa de televisión donde los famosos cantan. Yo hice una imitación de Leonardo Favio, que a algunos les pareció buena y a otros un desastre. Forma parte de la vida. Pero gracias a esa invitación tuve la oportunidad de hablar durante tres minutos acerca de la necesidad de eliminar el Banco Central. Eso en el programa de máxima audiencia de la televisión argentina.

– ¿Por qué ese cuestionamiento a los bancos centrales?

– Porque son un instrumento para que los políticos estafen a la sociedad. Ellos no están dispuestos a resignarse a no tener este privilegio. Pensemos que en la Argentina desde que existe el Banco Central se han destrozado cinco signos monetarios, se le han quitado 13 ceros a la moneda (es probable que ahora se quiten otros dos más) y somos el único país en haber tenido dos hiperinflaciones sin haber pasado antes por una guerra.

– Se cuestiona también el papel del Banco Central Europeo. 

– Sucede que cuando el Banco Central quiere tocar los tipos de interés, es muy importante tener claras las expectativas. Deberían conocer la utilidad marginal de todos los agentes respecto de los bienes presentes; además, conocer la utilidad marginal de todos los bienes futuros para todos los agentes de la economía; deberíamos además conocer la tasa de preferencia intertemporal de todos los agentes de la economía; junto con eso, conocer la productividad marginal del capital en una estructura de capital heterogénea; y, para finalizar, la tasa de amortización de todos los bienes de la economía. Por eso, si hay algo que es fatalmente arrogante es creer que se puede conocer todo eso. ¡El único que puede conocer todo eso simultáneamente es Dios! Estos tipos que manejan los bancos centrales se arrogan ser Dios.

– ¿Cómo se definiría a sí mismo?

– Filosóficamente, soy anarcocapitalista. Lo que pasa es que vivo en un mundo real y, por lo tanto, entonces soy minarquista. En los hechos, el que mejor comprendió esto fue Milton Friedman, que describió los distintos tipos de liberales y reconoció que las diferencias pueden ser tremendas entre ellos. Pero que no había que confundirse, sino identificar al verdadero enemigo, que está del otro lado: es decir, primero peleemos contra los colectivistas, ganemos esa batalla y después veamos dónde estamos los liberales y todos los matices entre nosotros. Pero no debemos desgastarnos cediéndoles todo el campo de juego a nuestros enemigos colectivistas, que son los enemigos de la sociedad libre, del bienestar y del progreso.

– ¿El caso de Macri lo definiría como una gran decepción o no se hacía usted ilusiones con respecto a este gobierno?

– Una vez lo escuché a Felipe González decir que el poder era como un violín que se tomaba por la izquierda, pero se tocaba con la derecha. El caso de Macri es bastante llamativo, porque lo tomó con la derecha y lo tocó con la izquierda. Uno escuchaba sus discursos y, pese a que tenían un formato liberal, cuando llegó al poder le hizo caso a impresentables como el señor Durán Barba o el infradotado mental de Marcos Peña, su jefe de gabinete, que es socialista, según él ha reconocido. Además de decir con orgullo que Cambiemos formaba parte tanto de la internacional popular como de la internacional socialista, en este caso, a través de la UCR.

– Se ha hablado mucho de los errores de Macri en sus políticas gradualistas.

– Los programas de shock en la Argentina fueron todos expansivos, es decir, con aumento de la actividad económica, aumento de salario real, aumento del empleo y descenso de la inflación. Mientras que todos los programas gradualistas terminaron mal. Esta no iba a ser la excepción, y el programa aplicado por Macri es calcado al que diseñó Martínez de Hoz durante la dictadura, entre 1976 y 1983, que colapsó como todos los otros.

– Usted anticipó este mal final de Macri.

– Algunos advertimos que esto no iba a terminar bien y el gobierno salió literalmente a perseguir liberales, llamándonos despectivamente “liberalotes” o “plateístas”, en alusión a ciertos hinchas de fútbol difíciles de conformar.

– De algún modo, era un desprecio a sus propios votantes, ya que muchos con esas ideas le habían dado su apoyo en las urnas.

– Exactamente, porque la estrategia de este gobierno era creer que tenían asegurados esos votos, pero el arco político en Argentina está tan desplazado hacia la izquierda que el gobierno parece de derecha cuando no lo es.

– Desde Chile llegan serios cuestionamientos a lo que parecía un modelo de éxito.

– Chile, tras derrocar a Salvador Allende, era uno de los países más pobres de la región, mientras que hoy tiene un PIB per cápita de los más altos. Es muy difícil negar el éxito del modelo chileno. Por otro lado, es el país con la mayor movilidad social ascendente, ya que el 60% de las familias pobres consigue prosperar y dejar su condición. Por otra parte, el 97% de sus jóvenes terminan la educación secundaria y tienen los mejores índices de desempeño de Iberoamérica en las pruebas PISA. Han pasado de niveles muy agudos de pobreza a reducirla hasta el 8% y en materia de desigualdad, según el coeficiente de Gini, también ha logrado hacerla bajar. Por lo tanto, no hay en principio razones económicas para esto que está sucediendo. En realidad, lo que está pasando en Chile es que una cosa es lo que reclama la gente y otra es lo que la prensa dice que reclama la gente.

– ¿Por qué?

– Porque se pasa por alto que las reclamaciones de los chilenos están vinculados a ciertos privilegios que tiene la corporación política y esa es una parte de esta historia que no se cuenta. Están pidiendo que se bajen a la mitad las retribuciones de los altos cargos políticos. Otro aspecto a considerar es que de los últimos doce años ocho los ocupó una izquierdista como Bachelet y las reformas que impulsó, en especial en el último mandato, fueron extremadamente perjudiciales para la economía chilena. Esto generó una fuerte desaceleración del crecimiento económico. Y debemos poner las cosas en un contexto geopolítico, porque entre los apresados se encontraron muchos venezolanos adherentes al régimen de Maduro y muchos cubanos de obediencia castrista. Junto con esto, pedir la dimisión de Piñera es permitir que el poder sea ejercido por la vicepresidenta que es comunista, para impulsar una reforma constitucional hacia un nuevo texto de tintes comunistas. No tenga usted dudas de que si esta subida de precios que fue el origen de todo la hubiese decretado un gobierno de izquierdas no habría ocurrido absolutamente nada.

– A pesar de su caso de éxito, ¿por qué están pasando estas cosas que pasan en Chile?

– Porque a pesar de los resultados en lo económico, la izquierda ha ganado la batalla cultural, que es lo más importante.

– El buen administrador no basta.

– Los resultados del capitalismo son fenomenales. La condición natural del hombre siempre ha sido la pobreza. Desde la llegada del capitalismo no solo que el PIB per cápita se ha multiplicado más de diez veces, y nunca se dio una caída de la pobreza tan vertical, nunca hubo un florecimiento económico como el de este periodo. Pero estamos hablando de la parte cuantitativa y no de la parte cualitativa, qué es la batalla de las ideas, la batalla cultural. Desde mi punto de vista la ha ganado el socialismo, porque ha logrado que se lo evalúe por sus intenciones y no por sus resultados, mientras que al capitalismo se lo evalúa por los supuestos daños colaterales de la explosión fenomenal de riqueza.

– O se habla de los fallos de mercado, pero nunca de los fallos del estado

– Es que el fallo de mercado no existe, sino que son un problema de limitación intelectual, porque cuando no les gusta los resultados intentan corregir por la fuerza. Por ejemplo, los monopolios, ¿qué tiene de malo un monopolio si se trata de una empresa que beneficia a la sociedad con sus productos? En realidad los fallos de mercado son todas paparruchadas de tipos que pretenden tener el conocimiento que el resto no tiene y en su fatal arrogancia quieren corregir por la fuerza. Con eso te meten en una lógica que, con el tiempo, se convierte en el camino de servidumbre que demanda cada vez más intervención estatal. Y entonces en filas el sendero de decadencia. Aquí, charlando con usted, acabo de citar tres veces a Hayek.

Consiga acceso al contenido completo: