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Canarias y Baleares, ¿a dónde va la riqueza que genera el turismo?

1 de julio de 2020
yatesmallorca
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La economía de Canarias y Baleares se ha especializado en el sector turístico y en ambas comunidades esta actividad es su principal fuente de riqueza. El PIB turístico de estos dos archipiélagos supera el 35%, muy por encima de lo que supone para el resto de regiones españolas, resultando la media de todo el país en torno del 12%. Las similitudes en términos de insularidad que comparten no impiden sin embargo que existan grandes diferencias, más allá de la distancia, que se reflejan en algunos indicadores como una mayor tasa de desempleo o menor riqueza en las islas del Atlántico respecto a las del Mediterráneo que obligan a reflexionar sobre el modo en que se distribuye la riqueza turística en ambas sociedades.

A priori, si tenemos en cuenta la duración de la temporada y el clima estable durante todo el año en Canarias podría (supondría una ventaja competitiva evidente sobre Baleares, que debe competir exclusivamente en los meses de verano contra otros destinos mediterráneos. La distancia del continente nunca ha sido un verdadero inconveniente en las últimas décadas ya que la duración media de los vuelos desde el norte de Europa hasta estos destinos apenas supone un gran incremento). De hecho ambas comunidades reciben anualmente un número similar de turistas que actualmente ya superan los más de 13 millones de llegadas en cada archipiélago con la notable diferencia de que Canarias cuenta con un millón más de población local. 

Una de las claves del sector turístico balear es su elevada productividad y es que a pesar de generar menos puestos de trabajo directos, alrededor del 32% frente al 40% de Canarias, su peso en la economía regional es superior en 5 puntos, aumentado notablemente el diferencial de productividad entre ambas comunidades. Esta comparativa refleja una de las cuestiones pendientes de la industria turística canaria en la que tiene margen para mejorar. Tal vez la estacionalidad de Baleares juegue un papel en este aspecto a su favor ya que durante los meses de verano es necesario importar capital humano para trabajar en hoteles y restaurantes que cierran durante prácticamente la mitad del año a diferencia de lo que ocurre en Canarias donde aunque hay picos de afluencia turística el empleo no tiene tanta estacionalidad. No hay que despreciar que buena parte de la mano de obra no es población residente si no desplazada a Baleares, generando también a su alrededor pequeños negocios como un tipo de alquiler muy estacional, con puntos elevados de demanda pero también momentos valle, tanto para los servicios de empresas privadas como para los públicos, con todo lo que ello implica.

Factores que ayudan a explicar que la renta per cápita sea también más elevada en el caso de Baleares con 27.682 euros frente a los 20.892 por canario. En estos casi siete mil euros de diferencia por habitante estriba un abismo socioeconómico que sitúa a los primeros entre los más  ricos del país por encima de la media nacional mientras que los canarios se encuentran a la cola, muy por debajo de la media que, según los datos del INE para 2018 fue de 25.854 euros.

Sin duda uno de los grandes éxitos de Baleares ha sido su capacidad tanto para desarrollar grandes empresas del sector turístico como para atraerlas. Grupos hoteleros, compañías aéreas, agencias de viajes y compañías tecnológicas de viajes han crecido o han elegido estas islas mediterráneas para establecerse, generando puestos de trabajo de valor añadido, industrias indirectas y, en definitiva, dinamismo económico pero también tributos que repercuten en las arcas públicas. El listado de empresas con mayor facturación es revelador, solo Air Europa factura más de 2 mil millones de euros, al igual que el grupo Hotelbeds, Hoteles Meliá supera los 600 millones euros y Riu casi alcanza los 500 millones de euros. Algunos de estos nombres son familiares en Canarias porque su diversificación internacional también hizo escala en las islas afortunadas. De hecho en Canarias facturan también algunas compañías con matrices baleares como el caso de Globalia que en Tenerife tiene un volumen de negocio de 254 millones euros. Pero en todo caso comparativamente quedan muy lejos las empresas turísticas en Canarias donde encontramos que Tralvetino casi alcanza los 500 millones euros, la naviera Armas facturó algo menos de 200 millones euros al igual que Binter o Veturis Travel. Esta diferencia entre ambas comunidades es significativa y muestra una de las grandes fortalezas de Baleares con un sector turístico que tiene mayor músculo empresarial muy diversificado en todo el globo para superar crisis locales y estacionales así como capacidad financiera para realizar grandes inversiones. Una gran ventaja frente a compañías de menor tamaño.

No obstante recientemente han saltado muchas alarmas en las islas del Mediterráneo porque en los últimos 20 años Baleares ha pasado de ser la segunda Comunidad Autónoma con la mayor renta per cápita a la séptima posición. Una tendencia que puede parecer inexplicable si tenemos en cuenta que año tras año se han batido récords en número de llegadas de turistas y la capacidad alojativa también ha aumentado. La estadística tan solo ofrece una fotografía que se debe interpretar y en este caso lo que se observa es que otras han mejorado mucho su desempeño económico por lo que no solo debe atribuirse a los deméritos propios sino a los méritos ajenos. Más allá de esta primer consideración sí existen algunos factores que podrían haber influido en esta tendencia.

El principal y que en ocasiones escapa a algunos análisis es el papel del marco institucional en el que se desarrolla la economía. El contexto jurídico, regulatorio e impositivo establece el escenario en el que empresarios y trabajadores pueden desarrollar sus actividades y, de un tiempo a esta parte, la tradicionalmente economía balear más amigable con la apertura de negocios y una regulación más flexible en ámbitos como el territorial se ha ido endureciendo introduciendo menor flexibilidad para que las empresas puedan abrir y adaptarse al entorno cambiante. En cierto modo los políticos de Baleares han ido copiando el modelo canario hasta el punto de exigir un Régimen Especial propio con medidas basadas en el Régimen Económico y Fiscal de Canarias. El aumento regulatorio ha ido acompañado de la creación de nuevos impuestos como las tasas turísticas que gravan las pernoctaciones de los visitantes. Hechos que no han evitado un descontrol de sus cuentas públicas aumentado la deuda a diferencia de la ortodoxia presupuestaria que se ha intentado matener en Canarias,  logrando superávits presupuestarios en los últimos años y la deuda, a pesar de rozar los 3 mil euros por habitante, se encuentra muy alejada de los más de 7 mil de Baleares. De este modo, si tuviera que saldarse esta deuda de golpe o hubiera una crisis financiera que limitara la capacidad de endeudamiento la economía balear se resentiría en mayor medida que la canaria. De hecho, según el índice Doing Bussiness que analiza la facilidad para hacer negocios en diferentes regiones, Canarias ocupa el 12º lugar por encima de Baleares que se encuentra en el 15º puesto, mostrando una tendencia que en el futuro podría terminar invirtiendo la situación de ambos archipiélagos.

Resulta incuestionable que el turismo crea riqueza aunque muchos también se preguntan ¿para quién? En ocasiones se examina la realidad económica como algo estatíco sin tener en cuenta su dinamismo. La riqueza turística no es un pastel que se pueda repartir sino un proceso continúo en el que intervienen diferentes factores, desde el contexto internacional hasta los cambios de tendencias del propio mercado. Quienes examinan la realidad desde el primer paradigma tratan el sector como un mecanismo que se puede ajustar, ya sea subiendo salarios o aspirando a recibir menos turistas pero de mayor calidad que gasten más. La realidad sin embargo es más compleja y la distribución de la riqueza que genera el turismo no es tan importante como su creación ya que lo que no existe no se puede repartir. Entra en juego aquí el papel de las administraciones públicas como redistribuidoras de riqueza pero no parece ser el hecho diferencial entre ambas comunidades ya que incluso desde que existen impuestos específicos al turismo en Baleares su riqueza ha ido a menos, aunque solo sea comparativamente.

Si examinamos los casos de Canarias y Baleares se puede concluir que a pesar de que recibir un número similar de turistas su repercusión económica no termina de impactar tanto en la sociedad canaria como en la balear aún creando más puestos de trabajo. Y es que pese a lo que habitualmente se escucha entre diferentes planificadores las islas necesitan más -y no menos- turistas acompañado de un aumento de mejores servicios que ofrecerles para lograr acceder al círculo virtuoso de que la demanda continúe elevándose en calidad. Solo así se podrá alcanzar lo que todo sector económico debe conseguir para triunfar que no es otra cosa que una mayor productividad. 

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