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El iPhone de Errejón

23 de septiembre de 2020
errejon
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Se ha viralizado un video en el que Iñigo Errejón “casi” atribuye al Estado la invención del iPhone. Aún dando por buena la idea equivocada de que la tecnología que incorpora un dispositivo como el iPhone se basara en hallazgos desarrollados por el emprendimiento público, la tesis que repite Errejón en la tribuna parte de un error conceptual.

Suponiendo que cada uno de los componentes fuera un invento previo del Estado el valor añadido que supone un iPhone es la idea de aunar unos avances tecnológicos y hacerlos funcionar con un objetivo concreto y cubrir una demanda del mercado. Y en casos como este una demanda que todavía no existía. Esa es la idea que tuvo Steve Jobs, su gran mérito individual que otros, a pesar de tener también esa tecnología disponible o muy similar no supieron aprovecharla. Mientras el resto de compañías trataban de incoporar las pantallas táctiles a dispositivos que mantenían teclados analógicos la visión de Jobs fue que todo el móvil debía ser pantalla. De ahí que todo emprendedor tenga algo de visionario y la explicación de que por mucho que un grupo de funcionarios tuviera todo ese conocimiento previo disponible y se encerrara en un despacho no sería capaz de inventar un iPhone. Por esta razón el iPhone que usa Errejón está fabricado por Apple y no por el estado cubano o norcoreano. Lo único cierto en el discurso de Errejón es que su iPhone se lo ha pagado el Estado, o lo que es lo mismo todos los contribuyentes, por ser diputado.

Lo que no concibe Errejón es algo que viene sucediendo en la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Se dice que la maquina de vapor fue el motor que impulsó la revolución industrial en el siglo XIX mientras se olvida que Herón de Alejandría ya había descubierto el principio que la hacía funcionar transformando la energía térmica del vapor en mecánica… solo que allá por el sigo I nadie encontró una aplicación práctica y su uso se limitó al entretenimiento. Faltaba la idea, plantear una aplicación práctica que tardaría siglos en que se le ocurriera a alguien. Los avances humanos no son solo el producto de una persona aislada sino la acumulación de conocimiento que, en un momento dado, encuentra una chispa, una genialidad. Este componente individual y emprendedor es el que jamás podrá tener un funcionario o un comité de funcionarios que forman parte de un sistema burocrático que se ciñe a un reglamento.

Tampoco debe extrañarnos que Errejón crea que todo viene dado por el Estado, desde el iPhone que le hemos pagado los contribuyentes a toda su carrera “profesional”, becas fantasmas incluidas. Pero el mundo real es mucho más complejo y difícil que el que se vive entre las paredes de las facultades públicas, los despachos de los dictadores latinoamericanos o los partidos políticos. No, los estados no producen iPhones, los estados producen errejones.