La revolución de Muface o lo que podría aportar un cheque sanitario

3 de junio de 2025
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Las placas de bronce que antaño adornaban los portales de los edificios, anunciando consultas de cardiólogos, ginecólogos o pediatras, están desapareciendo de las calles. Aquellas señales de una medicina cercana, practicada por especialistas que atendían con independencia, son hoy reliquias de un tiempo pasado. 

Una de las razones de esta extinción silenciosa es el sistema Muface, que canaliza la atención sanitaria de 1.5 millones de funcionarios a través de aseguradoras privadas. Estos clientes cautivos refuerzan la posición de dominio de las grandes corporaciones, que aprovechan su fortaleza lograda gracias a la financiación del Estado para imponer precios por debajo de mercado a estos profesionales. 

Frente a esta situación que ha ido empeorando en los últimos años, la asociación de médicos de ejercicio libre, Unipromel, ha intensificado su cruzada, recurriendo a la Audiencia Nacional para impugnar el concierto de Muface con grandes aseguradoras. Esta asociación que representa a unos 2.000 médicos propone una solución radical: un Muface libre, sin intermediarios, que devuelva la soberanía a médicos y pacientes. Algo así como un sistema de cheque sanitario que podría subvencionar la atención sanitaria poniendo a los pacientes y sus elecciones en el centro del sistema, tanto para los hospitales públicos como los privados.

El doctor Ignacio Guerrero, que preside esta asociación de médicos “libres”, calcula que los profesionales del sector de la sanidad superan las 300 mil personas si se tiene en cuenta también a veterinarios, farmacéuticos, ópticos, fisioterapeutas y dentistas. Guerrero, especializado en oftalmología, subraya que los médicos de ejercicio libre, junto con otros profesionales sanitarios, son el pilar de la sanidad privada, que atiende a alrededor de catorce millones de españoles, aliviando la presión del sistema público. 

Sin embargo, su labor choca con un modelo económico que los relega a la precariedad. Mientras las aseguradoras acumulan beneficios récord, los médicos que mantienen una consulta privada tienen que hacer frente a tarifas que no cubren sus costes básicos como alquiler, material sanitario o seguros profesionales. “Trabajamos como bestias para poder tener un sueldo digno equiparable al que pagan en la pública simplemente por echar cinco o seis horitas, y teniendo cotización y todas las garantías”, compara Guerrero.

Las aseguradoras actúan como “un cártel” al fijar los honorarios

En la práctica los médicos se ven obligados a aceptar a las aseguradoras porque son las que les proporcionan una base de pacientes suficientes para ejercer su labor. No obstante, su capacidad para negociar las tarifas con las compañías de seguros es limitada y, como lamenta Guerrero, “no puedes fijar tu precio, tienes que trabajar para uno de estos grandes grupos y aceptar las condiciones que te imponen”. El resultado es que lo que pagan a estos profesionales por ver a un paciente va desde los 6 euros por consulta general hasta  los 20 euros para especialistas, un precio que está por debajo de su valor de mercado ya que son impuestas por las cinco principales compañías, que actúan como “un cártel” al coordinar precios que apenas varían.

Este modelo destruye la esencia de la medicina de ejercicio libre, donde el profesional establece su remuneración y el paciente decide si pagarla. “Se acabó la profesión libre, ya no podemos fijar el importe de nuestra remuneración”, continúa explicando Guerrero. El resultado es un mercado donde la calidad se sacrifica por el volumen, beneficiando a las corporaciones a costa de médicos y pacientes. 

Así, aunque este año algunas aseguradoras han elevado estos honorarios, lo han hecho de forma insuficiente a juicio de estos médicos. Con un incremento de entre el 3 y el 7% estos profesionales consideran que partían de una base muy baja y quedan muy por debajo del incremento que estas compañías han conseguido con la renovación de Muface, un 41% en tres años. Esta disparidad evidencia un sistema diseñado para maximizar los ingresos de las aseguradoras, dejando a los médicos de ejercicio libre al borde de la insostenibilidad económica.

El concierto directo con los profesionales para liberalizar el mercado sanitario

El sistema Muface, que atiende a 1,5 millones de funcionarios, se ha convertido así en el epicentro de las demandas de los 24.000 médicos que todavía ejercen su profesión de forma libre. Aunque no es habitual en España, además de sus demandas proponen un modelo alternativo que podría extenderse a todos los españoles al proponer un sistema de conciertos directo con los profesionales. “Si hay que atender a los funcionarios de Muface, vamos a hacer un cuadro médico nacional y que me pague a mí el Estado porque yo voy a hacer sanidad pública”, propone Guerrero. Unipromel aboga por un Muface libre, sin intermediarios, que permita a médicos de ejercicio libre y pequeñas clínicas acceder a contratos públicos. “Que el Estado permita apuntarse como médico o centro a la oferta de servicios concertados en toda España”, añade, sugiriendo trocear los conciertos por provincias para romper la concentración de poder, y abriendo la puerta a que se extienda a todos los ciudadanos en lugar de limitarse a los empleados públicos.

Un Muface libre no es solo una solución para los médicos de ejercicio libre, sino una vía para liberalizar el mercado sanitario. Al eliminar a las aseguradoras como intermediarias, el Estado pagaría directamente a los médicos por los servicios a mutualistas, garantizando honorarios justos y libertad de elección para los pacientes. “Si demostramos que el concierto privado de libre elección es la solución al problema sanitario, imagínate la que se va a liar”, advierte Guerrero. Este modelo, inspirado en Francia –donde el Estado paga a los médicos y los pacientes eligen libremente– y Alemania –donde las mutuas colaboran con el sistema público–, reduciría las listas de espera y fortalecería las clínicas independientes.

Con más de 12 millones de asegurados, la ausencia de una ley específica para el sector es un vacío que perpetúa los abusos según el presidente de Unipromel. “No hay una ley del seguro médico privado y es lo que le hemos pedido al Gobierno”, reclama el doctor Guerrero. Esta carencia permite prácticas como el alza desproporcionada de pólizas con la edad –que pueden pasar de 30 a 300 euros mensuales– o la exclusión de pacientes de riesgo, mientras los médicos de ejercicio libre tienen que hacer frente a condiciones impuestas sin negociación. Es por esta razón que también piden un marco que regule tarifas mínimas para los profesionales y garantías para los usuarios, evitando la degradación actual del sistema en el que la atención privada corre el riesgo de caer en males similares a los de la pública con menor capacidad de elección para los pacientes y un peor seguimiento. 

Si antaño buscar la placa de un médico aportaba valor, en la actualidad muchos grandes hospitales cambian sus equipos profesionales limitando esa relación personalísima entre el médico y su paciente. Los médicos que se reúnen bajo el amparo Unipromel van por libre pero tienen claro que aspiran a un sistema sanitario formado por “pacientes libres, independientes y soberanos” con “médicos libres, independientes y con autoridad”. Sus propuestas son un soplo de aire fresco en un país en el que la inercia parece el único motivo que justifique el mantenimiento de Muface sin preguntarse si otras alternativas serían posibles e incluso mejores.