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Nueva Bauhaus: Europa se entrega a la ingeniería social a través de la arquitectura

24 de septiembre de 2023
nueva bauhaus europea
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La Unión Europea ha puesto en marcha un ambicioso proyecto para impulsar nada menos que un estilo arquitectónico que ha llamado la Nueva Bauhaus Europea (NBE). Inspirada en la antigua escuela Bauhaus de arte, diseño y arquitectura de principios del siglo XX, idealiza aquel movimiento que estandarizó la arquitectura no tanto para hacerla más asequible sino para que sirviera como modelo de una sociedad nueva. Al fin y al cabo la estructura social más pequeña se encuentra en el hogar de una familia y al definir qué espacios necesitan las personas para vivir y relacionarse, sus dimensiones e incluso su estética puede ser una herramienta de ingeniería social. Como ocurre en estos casos, las acciones de sus ideólogos se revisten de buenas intenciones aunque los resultados de la planificación terminan creando monstruos que las devoran.

El origen de la Bauhaus se remonta a 1919 cuando el arquitecto berlinés Walter Gropius fundó en Weimar una escuela de arquitectura basada en el principio de que “la forma sigue a la función” en una búsqueda revolucionaria para la época en la que los usos de los espacios definieran la estética alejándose de las tradiciones anteriores que anteponían lo estético a lo funcional. Alrededor de esta escuela se reunieron artistas e intelectuales representantes de las vanguardias de aquella época idealista de entreguerras. Un detalle importante es que esta escuela tenía el apoyo de los socialdemócratas que gobernaban en el estado de Turingia y de hecho su nombre completo “Staatliche Bauhaus” no significa otra cosa “Casa de la Construcción Estatal”. De aquí surgieron los principios rectores que han definido la arquitectura y el diseño industrial desde entonces basados en la sencillez de las líneas rectas y el predominio del hormigón y el cristal como elementos constructivos predominantes gracias a las nuevas técnicas que se descubrieron en la época. Desde entonces la arquitectura, cuyo origen etimológico griego significa “constructor jefe” estuvo siempre muy relacionada con la técnica se ha ido desplazando hacia su vertiente más artística aunque, paradójicamente, las construcciones más antiguas nos parecen más bellas que las actuales formas simplificadas que se reproducen tanto en un edificio de viviendas como en un centro de salud o en una iglesia contemporánea. La parte positiva de todo este movimiento fue cierta democratización de la arquitectura haciendo más asequible viviendas dignas para cualquier trabajador mientras que la negativa fue una estandarización que en cierto modo ha vulgarizado el diseño arquitectónico y lo ha homogeneizado en todo el mundo. Aunque estas ideas llevaban implícitas una voluntad planificadora de la sociedad a través de la arquitectura y el urbanismo cuya peor expresión ha sido el brutalismo de corte soviético, llevado al extremo las ideas de funcionalidad y simplicidad puestas al servicio del Estado para crear una sociedad igualitaria en la que la propiedad no existía por innecesaria ya que era indistinto vivir en una casa u otra porque todas eran iguales. 

Con todo lo bueno y lo malo la Bauhaus fue un movimiento que cambió la arquitectura pero ahora nos encontramos ante una iniciativa política muy distinta que no ha nacido como entonces de la mente de arquitectos y artistas que aspiraban a innovar desafiando las convenciones establecidas sino en un programa dirigido por políticos que se parece más a esa corrupción soviética de la arquitectura y el urbanismo. De hecho la primera vez que se escuchó hablar de la Nueva Bauhaus Europea fue en un discurso de la presidenta de la Comisión Europea en 2020. Ursula Von der Leyen se refirió a la NBE como parte del plan de los fondos NextGenerationEU dotados con 750 billones de euros como “nuevo proyecto cultural” con “su propia estética diferenciada, para alinear estilo y sostenibilidad. Esta es la razón por la que crearemos un nuevo Bauhaus europeo, un espacio de creación conjunta en el que arquitectos, artistas, estudiantes, ingenieros y diseñadores trabajen juntos para conseguirlo”. Han leído bien “crearemos” como si los estilos arquitectónicos o artísticos pudieran dirigirse y planificarse de arriba hacia abajo en lugar de ser el resultado de un proceso creativo no dirigido. Así ha sido siempre porque de lo contrario se cae en la planificación sin innovación condenada al fracaso. Incluso la pretensión de bautizarla apropiándose como actualización de un movimiento ya existente resulta excéntrica pues los nombres de las corrientes arquitectónicas o artísticas surgen de forma espontánea y una vez han demostrado que merecen un lugar en la historia del arte o de la arquitectura. En ocasiones, como ocurrió con el gótico, calificativo peyorativo que utilizó el historiador Giorgio Vasari para diferenciar lo que parecía un arte bárbaro, propio de los godos en contraposición al arte exquisito de la Antigüedad. El término tuvo fortuna y cuando contemplamos una gran catedral gótica no percibimos formas bárbaras sino que no podemos más que rendirnos a la grandeza de la belleza que lograron arquitectos de aquella época. En todo caso resulta absurdo que un político se suba a una tribuna a proclamar que creará todo un movimiento arquitectónico sea la Nueva Bauhaus o el Nuevo Barroco, una idea así tan solo puede surgir de una mente megalómana y narcisista. ¿Cuál puede ser la aportación a la arquitectura de una ginecóloga de formación metida a política como profesión desde hace más de dos décadas?

Las palabras de la presidenta de la Comisión Europea han tenido continuidad en la lenta pero imparable maquinaria burocrática de Bruselas. Desde entonces se han puesto en marcha decenas de comisiones, estudios, sesiones parlamentarias europeas y directivas para definir lo que debería ser esta escuela arquitectónica. Buena prueba de ello es el informe que aprobó el Parlamento Europeo en septiembre de 2022, una resolución de 48 páginas de las cuales dedica 5 páginas a enumerar hasta una cuarentena de resoluciones, informes y reglamentos de diferentes instituciones europeas o de las naciones unidas para justificar y fundamentar esta Nueva Bauhaus para luego tratar de definir y poner en marcha una serie de iniciativas. Es llamativo que los políticos europeos dediquen el primer apartado a relacionar esta propuesta arquitectónica con la pandemia del Covid-19, la guerra en Ucrania, los populismos, los extremismos y el sentimiento antieuropeo. Así, la NBE se presenta como el bálsamo de Fierabrás capaz de hacer frente a todos los problemas a los que se ha enfrentado recientemente la Unión Europea y que no parecen tener demasiada relación ni conexión con la arquitectura. Para ello tenemos que continuar la lectura del documento en el que se explica que se “debe reinterpretar la Bauhaus original a la luz de la crisis climática, la guerra, la pandemia y las catástrofes naturales, que están aumentando las desigualdades sociales” para lo que “la arquitectura, la planificación urbana y territorial, la movilidad, el diseño, las artes, la sociología y la ingeniería son complementarios y decisivos para la construcción de una sociedad inclusiva, sostenible y hermosa”. La palabra clave que da sentido a toda la palabrería que puede servir para una cosa y la contraria es la planificación. La planificación es la idea fuerza detrás de este movimiento creado por políticos concretando con esa pretensión de ingeniería social para crear una sociedad nueva y mejor, ya que al parecer la que ha elegido a estos políticos que han votado esta resolución no es lo suficientemente buena. Lo cierto es que esta iniciativa está muy vinculada a los planes de transformación social impulsado desde Europa que incluyen un proyecto de planificación mucho más ambicioso como el energético. Por alguna razón los políticos europeos han decidido que los ciudadanos estaban haciendo muchas cosas mal y que debían cambiar sus hábitos: desde su alimentación pasando por la movilidad hasta sus propias casas. Sin ir más lejos el documento también menciona que esta arquitectura debe orientarse a conseguir ciudades de 15 minutos, asunto que también analizamos anteriormente en La Gaveta Económica.

Como objetivos concretos en todo el documento sólo podemos encontrar una referencia a una renovación prevista de 35 millones de edificios y la creación de 160.000 puestos de trabajo en la construcción. Tampoco llega a concretar demasiado cuando se refiere a la financiación más allá de generalidades como “contar con recursos adecuados a escala nacional y de la Unión para apoyar la implementación de la NBE sobre el terreno y con modelos y procedimientos de financiación adaptados”. Sin embargo realiza una serie de peticiones a la Comisión como “que los principios de la NBE constituyan parte integral de toda la legislación futura pertinente” lo que se traduciría en la práctica que más que un movimiento arquitectónico nos encontramos ante un nuevo modelo de planificación que se impondrá por vía legal a todas las construcciones arquitectónicas nuevas o que se reformen de aquí en adelante. También de cara al futuro formula la petición de “crear una misión NBE financiada con 500 millones de euros; subraya que el programa también debe recibir apoyo de otros programas pertinentes para tener más repercusión” lo que se traducirá en una mayor redistribución de riqueza desde los contribuyentes a los actores implicados en esta NBE que a buen seguro resultará un buen negocio al abrigo de estos nuevos reglamentos y normativas que se impondrán en toda Europa y que se traducirán en un encarecimiento de las construcciones con una mayor burocracia como la creación de una etiqueta NBE, la intromisión de las administraciones políticas “locales y regionales” en el “diseño y la ejecución de proyectos” además de crear nuevas estructuras burocráticas como una “Mesa Redonda de Alto Nivel”, el Grupo de Amistad de la Nueva Bauhaus Europea formado por diputados europeos, un Laboratorio de la Nueva Bauhaus Europea (Lab NEB) o el Festival de la NBE y los premios anuales de la NBE. A lo que habría que sumar un mayor gasto en propaganda al que en el informe del parlamento se refiere eufemísticamente como intensificar “los esfuerzos de comunicación, divulgación y visibilidad de la NBE, respetando al mismo tiempo el multilingüismo”. Todo ello supone la creación de una nueva burocracia arquitectónica y regulaciones que se sumarán a las ya existentes sin tener muy claros los beneficios de los mismos aunque sus costes terminarán repercutiendo en un mayor gasto público y en un encarecimiento del sector inmobiliario.


Hasta ahora esta NBE ha costado cantidades de dinero de los contribuyentes que, como tantos otros proyectos europeos, escapa de la fiscalización directa de los europeos mientras se gasta con poco control durante largos procesos burocráticos. Además de los políticos implicados se han contratado a asesores  como la activista india Sheila Patel especializada en el chabolismo de su país o la asesora política Francesca Bria que trabajó para el ayuntamiento de Barcelona gestionado por Ada Colau. Nombres que los ciudadanos europeos seguramente desconocían al igual que la propia Nueva Bauhaus Europea pero que están financiando con sus impuestos.

Sin embargo existe una lista de proyectos que la Unión Europea considera dentro de este nuevo movimiento. Si nos fijamos en los españoles encontraremos artilugios como una “tinaja adiabática”, un jarrón de terracota con agujeros presentada en el Festival NEB 2022 que fue diseña por cuatro ingenieros para enfriar el aire gracias a… un ventilador y un nebulizador de agua. No es broma. Otra de estas iniciativas es la regeneración de sistemas dunares de playa en… el área metropolitana de Barcelona. Como proyecto arquitectónico más tangible encontramos la reforma de  la plaza de un pequeño pueblo del centro de la isla de Mallorca llamado Sancellas. En este municipio habitado por 7.500 personas se ha peatonalizado la plaza de la villa y se ha modificado la escalinata principal de la iglesia para incorporar una rampa accesible. Eso sí, el proyecto estaba firmado por el estudio Moneo-Brock, formado por Belén Moneo, hija de Rafael Moneo, y su marido, Jeff Brock. Una mejora, sin duda, respecto a la anterior configuración como plaza-aparcamiento pero poco destacable como para tildarla como un nuevo estilo arquitectónico. De hecho a pesar de que se incide en el uso de materiales locales lo cierto es que este modelo arquitectónico tiende a la homogeneización y si no fuera por los edificios históricos y las casas mallorquinas típicas que rodean la plaza nos costaría diferenciarla mucho de cualquier otra plaza en una localidad centroeuropea. En esto tanto la antigua como la nueva Bauhaus parecen coincidir pues la arquitectura ha perdido la personalidad e idiosincrasia que tenía en favor de un racionalismo que antepone el funcionalismo a cualquier consideración estética. El hormigón ya no solo es un material útil para la Construcción sino que se ha convertido en el único elemento de decoración como antes lo fueron las grandes columnas talladas, volutas, artesonados, cariátides o rosetones entre tantos otros. 

A lo largo de la historia muchos gobernantes han querido dejar una huella que fuera inmortal a través de la arquitectura y el urbanismo. Grandes proyectos megalómanos que han ido más allá de monumentos e incluso una obsesión por usar su nombre -ahí estuvieron la docena de Alejandrías que fundó Alejandro Magno desde Grecia hasta la actual India o, más recientemente, Stalingrado. También existe la teoría de que Nerón quiso quemar Roma para reconstruirla de una forma más perfecta al igual que Hitler tuvo planes para transformar Berlín en Germanía, la capital imperial del Tercer Reich. Se trata de casos extremos pero que comparten esa idealización de la arquitectura que desprecia el proceso histórico a través del cual se han creado las ciudades para anteponerlo incluso a las necesidades reales y tan variadas de cada persona. En este sentido se trata de una ambición planificadora no muy diferente a la que anima a los burócratas europeos en una fatal arrogancia que les ha llevado incluso a pensar que con ayuda de unos funcionarios pueden crear desde sus despachos de Bruselas un nuevo estilo arquitectónico para toda Europa.


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