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Vuelva usted mañana, también en la banca

27 de febrero de 2022
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Suele decirse que la banca siempre gana y, sin ir más lejos, este 2021 los grandes bancos se han sobrepuesto a la crisis de la pandemia con beneficios históricos de 20.000 millones. Cifras de vértigo que contrastan con otros negocios que a duras penas han conseguido sobrevivir a estos dos años de cierres y restricciones a golpe de decreto.

Bien pensado tampoco es de extrañar, los bancos han mantenido operativos negocios a través de los canales virtuales e incluso han llevado a cabo cierres de oficinas y despidos masivos de sus trabajadores… elevando las comisiones. Así, cualquiera. Una estrategia ganadora reforzada por una atención personal menguante a pesar de que las oficinas bancarias se parecen cada vez más a cafeterías y oficinas de co-working. Muchas pantallas, mucha digitalización y pocos empleados para atender a los clientes que tienen que pagar un extra si quieren que les ayuden en ventanilla en un horario todavía más reducido de lo que ya lo era entre las ocho de la mañana y las tres de la tarde. De lo contrario, se tienen que conformar con los cajeros automáticos y las apps de los teléfonos móviles. 

Un problema especialmente doliente para las personas mayores que ni entienden ni se manejan en el mundo virtual. Pero no se preocupen porque ante las quejas, el gobierno ya busca soluciones que se quedarán en algún apaño para incrementar las horas de atención presencial. Realmente nada cambiará, las colas serán interminables y, si acaso, se exigirá más a los trabajadores o se cambiarán los más antiguos con sueldos más elevados por otros jóvenes que cobren menos. Y nada de esto tiene que ver con el capitalismo pese a la mala propaganda.

Todo con el beneplácito de los gobernantes pues al fin y al cabo la banca más que un sector regulado es parte del estado, un privilegio que le permite cumplir el dicho de que la banca siempre gana. El verdadero problema, sin embargo, permanecerá: la falta de competencia en un monopolio que va en aumento. Aunque existen varias marcas bancarias diferentes -cada vez menos en un proceso de concentración acelerada- lo cierto es que no existe una alternativa real a  estos grandes bancos y sus prácticas abusivas. La tradicional custodia del ahorro por la que cobraba y cumplía una útil función ya no es necesaria en un mundo en el que el dinero no vale nada y solo es una deuda en el Banco Central. De ahí el terror que despierta Bitcoin como alternativa al dinero de papel, una moneda que no puede ser confiscada por el Estado a diferencia de lo que guardamos en depósitos, acciones o cajas fuertes. Bien lo saben los accionistas de las cajas de ahorro que pasaron a ser bancos y perdieron los ahorros invertidos. 

Pero el miedo se transforma en restricciones e impedimentos al desarrollo de estos modelos alternativos como cada vez más se ha estrechado el círculo sobre el efectivo. Si antes ya se ejercía el monopolio bancario con la extensión del plástico, las compras por internet y la limitación a las compra-venta con efectivo cada vez somos más cautivos de las entidades bancarias que ejercen funciones estatales por delegación. La pandemia ha servido también para acelerar este proceso de cambio hacia compras digitales -incluso con la sustitución de bienes por servicios intangibles- y dinero sin respaldo que solo lo es en  las cuentas virtuales de los bancos. El efectivo, los metales preciosos, los bienes de valor e incluso bitcoin pueden ser la única vía de escape a un modelo confiscatorio que los políticos celebran y los contribuyentes sufren. No es descartable que tras los tipos de interés negativos por depositar nuestros ahorros se establezca una caducidad de los mismos para fomentar el gasto, a mayor gloria de los recaudadores fiscales y vividores del erario público. Llegados a este punto una decisión y un solo decreto serán suficientes para quitarnos todo cuanto hemos conseguido ganar a lo largo de nuestra vida. Entre tanto nos quedamos con una experiencia casi bolivariana que produce todo socialismo: las colas interminables y ese vuelva usted mañana tan característico de todo sistema burocrático.

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