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Es la libertad, estúpido

31 de mayo de 2021
libre
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La victoria electoral de Isabel Díaz Ayuso en Madrid puede tener muchas lecturas pero quizá la más interesante sea que la libertad es una idea sugerente capaz de movilizar el voto y sobre la que se construye un modelo de sociedad. Desde que Clinton (Bill) le ganó las elecciones a Bush (padre) -hay que aclararlo porque la genealogía presidencial de EEUU tiene bastante de endogámica- se popularizó el lema “es la economía, estúpido” como una de las ideas-fuerza clave para tener éxito electoral. Casi treinta años después en la España de las preocupaciones autonómicas el discurso de Ayuso ha irrumpido como una bocanada de aire fresco para gritar “es la libertad, estúpido”.

Los primeros en entenderlo han sido los votantes, que acudieron en masa a las urnas y ahora quienes deben digerirlo son los políticos acostumbrados a mover sus discursos sobre la idea de que las administraciones públicas pueden solucionar los problemas de la gente. Porque la campaña madrileña ha sido de todo menos una simplificación maniquea como han intentado trasladar algunos comentaristas de parte, la presidenta madrileña se presentó a una batalla de ideas en la que la oposición ni se personó. 

La libertad en Madrid ha supuesto flexibilizar medidas draconianas para que la pandemia no terminara también con el trabajo de los ciudadanos. Poder vivir del fruto de tu esfuerzo y seguir con una vida más o menos normal no solo es una necesidad material sino también espiritual. Ese sentirse útil con lo que uno hace, ese poder seguir relacionándose con seres queridos en espacios seguros y alimentando no solo el cuerpo -con cañas y papas o lo que a uno le apetezca- sino el espíritu, que ha podido seguir enriqueciéndose con una amplia oferta cultural de museos, teatros y conciertos. Madrid ha sido un oasis en un desierto pandémico en el que se invitaba a vivir con libertad y responsabilidad. Precisamente esto es lo que estaba en juego en estas elecciones y lo que ha asombrado al mundo entero.

La bandera de la libertad no siempre se agita con buenas intenciones pero en este caso escuchar a Ayuso interpelando particularmente a los jóvenes para que se alejaran del “todo es gratis” y se centraran en la cultura del esfuerzo era toda una declaración de intenciones de ese concepto de libertad ligada a la responsabilidad. Ese vivir a la madrileña de que uno pueda vivir a su manera sin molestar ni ser molestado independientemente de su lugar de nacimiento es la idea misma de sociedad abierta, de democracia y tolerancia no solo al igual sino al otro que piensa y vive diferente. Una idea inmensa de libertad que se encuentra estrechamente ligada a la economía. No es casual que el economista Ludwig Von Mises titulara su gran tratado de economía como “La Acción Humana” pues la economía no es más que otra expresión de las relaciones humanas. Porque una sociedad libre solo puede serlo si sus relaciones económicas también lo son. Nuestras sociedades, con toda su complejidad y heterogeneidad, son imposibles sin esa libertad. Mientras que las relaciones familiares se fundamentan en el parentesco, las de amistad o pareja en el afecto, las grandes sociedades funcionan a través de esa coordinación espontánea entre desconocidos que es el mercado. No es una mano invisible, son muchas manos y corazones con diferentes intereses, inquietudes, anhelos y situaciones que llegan a acuerdos y progresan juntos sin que nadie los dirija a diferencia de lo que ocurre en el resto del reino animal en la que las abejas dependen de una colmena o las ovejas de un pastor que las guíe.

Madrid nos ha recordado que hay alternativa a los burócratas a los que solo les interesa cuadrar las cuentas sin entender que los contribuyentes son personas y no asientos contables en los presupuestos generales; que frente a la demagogia socialista de la planificación hay una alternativa en torno a la libertad; que el Estado o cualquier otra administración pública no sabe mejor que nosotros mismos lo que nos conviene. Y si no lo sabíamos ahora ya lo sabemos y no debemos olvidarlo: es la libertad, estúpido. Pero cuidado, ahora mismo quien menos puede descuidarlo es la propia Isabel Díaz Ayuso cuya tarea de gobierno tendrá que cuidarse mucho de manosear ese bien tan preciado por los madrileños que es la libertad. De lo contrario, se las tendrá que ver de nuevo en las urnas.

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