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Ludopatía de Estado

28 de julio de 2021
ludopatia
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Ahora que parece que el maná europeo empieza a caer en las arcas de los gobiernos autonómicos todo apunta a que estos no saben muy bien en qué invertirlo y en Canarias han inventado un sorteo de bonos turísticos para residentes (¡los canarios, primero!). Buenas intenciones que empiedran el camino de los planificadores… con el dinero ajeno. En todo caso la novedad reside en la ocurrencia de organizar un sorteo para repartir las ayudas públicas que, llegado el caso, podría extenderse a las pensiones como nuevo factor de sostenibilidad: ¡Enhorabuena señor jubilado, a usted le ha tocado una pensión del 80% del que fue su salario! Podría haber sido peor, su vecino se tendrá que conformar con una paga del salario mínimo.

Al fin y al cabo la forma de sorteo es la forma más igualitaria y representativa, no se juzga a nadie por sus condiciones económicas, capacidades físicas o mentales, sexo, ideología, religión o cualquier otra consideración. Todo se confía a la diosa Fortuna, encargada de repartir a ciegas las prebendas. Ya de la mili uno se podía librar por sorteo -aunque unos se libraban más que otros- y en la democracia griega algunos cargos públicos se elegían por sorteo, que viendo el nivel de los gobernantes actuales podría ser una idea a tener en cuenta. También puede ser una solución para reformar el sistema de oposiciones que se está ideando de forma que los futuros empleados públicos no tengan que perder años estudiando ni preparándose: funcionarios por sorteo. Todo por el igualitarismo creciente, ¿o acaso no deberían tener las mismas oportunidades todos los titulados de una misma carrera?

Cabe preguntarse por la obsesión bipolar que tienen nuestros gobernantes por el juego. En principio para regularlo cuando por las mañanas nos dicen que es algo malo que crea adicción y por las tardes se celebra algún sorteo de la lotería nacional. La que nunca pierde es la Agencia Tributaria, a la espera de quedarse con su parte del botín. Y es que Hacienda siempre gana y si no que se lo pregunten a Pablo Díaz, el tinerfeño que ganó un bote de casi dos millones de euros en el concurso Pasapalabra partidario de que el Fisco confisque la mitad de este tipo de premios salvo en su caso, que según él es algo excepcional. Nada nuevo aquí tampoco, cuando la mano del Estado asalta tu cartera se siente muy distinto a cuando lo hace con la de un vecino al que no conoces de nada. Esa, y no otra, es la “excepcionalidad”, un sentimiento de envidia que permite que los gobiernos vayan subiendo los impuestos porque supuestamente tendrán que pagarlos otros. Al final, las subidas son generalizadas y nadie escapa, ni por sorteo, a semejante voracidad.

Pero quizá el caso más extravagante sea el de los casinos que el Cabildo de Tenerife ha operado en régimen de monopolio durante años. Los últimos de España, decían, y que parece que seguirán siendo de titularidad pública por mucho tiempo tras su frustrada venta. Quizá ver al presidente del Cabildo Insular como el capo del juego sea una forma bastante acertada de aproximarse a lo que es la política: un juego en el que sus profesionales apuestan con el dinero de los contribuyentes y en el que la banca siempre gana.

Puede que el caso de los bonos turísticos por sorteo sea algo anecdótico pero debe hacernos reflexionar sobre los límites de las administraciones públicas, en qué y cómo gastan nuestro dinero. O incluso sobre su propio sentido y existencia ¿No será que tienen presupuestos y competencias tan amplias que ya tienen que inventar formas creativas para alimentar la rueda y seguir con semejante entretenimiento? Pues deberíamos plantarnos y romper la baraja.

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