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“En España tenemos problemas de niños ricos”

24 de abril de 2022
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El camino de la libertad es una vía difícil con muchos obstáculos y enemigos, por ello muchas sociedades han transitado el otro camino, el de la servidumbre como escribiría Hayek. Manuel Fernández Ordóñez nos advierte, pese su confianza en el progreso, sobre los peligros que acechan al planeta en un libro editado por Gaveta ediciones que es toda una defensa de la libertad y ofrece sólidos argumentos aportando datos contrastados que desmontan el discurso de aquellos que se oponen al progreso humano. Una progreso cuya base es la energía como demostró en la revolución industrial y sobre la que Fernández Ordóñez, pone el foco ya que sin independencia, también energética, dificlmente se pueda llegar a ser verdaderaente libre.

 

¿Qué es la libertad?

 

La libertad es perseguir su proyecto de vida sin que nadie tenga que decir lo que tiene que hacer o no hacer y sin que nadie se inmiscuya en las acciones las acciones que tú tengas que hacer para perseguir tu proyecto de vida.Que nadie tiene derecho a disponer de tus bienes personales ni de tu propiedad privada ni de tu persona. Eso es la libertad.

 

El libro está cargado de optimismo sobre el progreso pero siempre hay quienes echan de menos un pasado mejor…

 

Aferrarse al pasado y pensar que cualquier tiempo fue mejor es un pensamiento muy recurrente en el ser humano. Pero la realidad es que cuando uno mira los datos puros y cuando uno se asienta en los datos científicos y no en las opiniones, la verdad es que los datos no avalan eso para nada. Cualquier indicador social -y yo en el primer capítulo del libro analizó un montón de ellos- lo cierto es que el mundo nunca ha estado mejor que ahora. Muchos grupos de presión utilizan precisamente el argumento contrario. Bueno, que el mundo nunca haya estado mejor que ahora no quiere decir que esté bien, quiere decir que nunca ha estado mejor. Utilizan el hecho de que no está bien para vender el mensaje de que todo está muy mal y de que cada vez vamos a peor y eso es absolutamente falso. Cada vez vamos a mejor, lo cual no quiere decir que todo esté bien porque hay cosas que están muy mal. Hay casi mil millones de personas que no tienen acceso a electricidad, casi tres mil millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Y eso es francamente intolerable e inadmisible a pesar de que hace veinte años las cifras eran mucho peores. La gente habla mucho de los niveles de contaminación del aire de la ciudad de Madrid pero el aire nunca estuvo tan limpio como ahora, jamás. No digamos que cualquier tiempo pasado fue mejor porque no lo fue.

 

Aún así, ¿está asegurado el progreso?

 

Sí, porque el progreso se asienta en varios pilares. Uno de ellos es el desarrollo tecnológico, otro de ellos es la libertad, por supuesto, pero otro de ellos son las instituciones que nos aseguran la libertad y el progreso tecnológico. Y esas instituciones son unas instituciones que pueden desaparecer o desandar el camino hacia atrás. Yo creo que el progreso de la humanidad está asegurado. Yo creo que la humanidad va a estar mejor que antes cuando uno la considera de forma global pero es cierto que hay sitios particulares donde esa libertad se puede perder y las instituciones que han asegurado el progreso y el desarrollo del bienestar se pueden perder. Y ese progreso y ese bienestar se pueden perder con las instituciones en las que se asienta. Hay ejemplos, a todos nos viene a la cabeza el de Venezuela que en los años 80 era un país con una prosperidad infinitamente mayor de la que tiene ahora, hace veinte años el PIB per cápita de Venezuela era igual al de Irlanda del Norte y ahora está a años luz. Hay otros países que están andando ese mismo camino como Chile o Argentina. El Progreso a nivel global está asegurado pero no a nivel local. Tiene mucho que ver con las instituciones y es un peligro porque precisamente esa pérdida de progreso viene alentada por esos discursos que se llaman a sí mismos progresistas y que lo único que van conseguir es frenar el camino del progreso porque las políticas que persiguen son las que terminarán con las instituciones que permiten el progreso como la libertad o la propiedad privada.

 

Las ideas que los mueven no son inocuas, ¿por qué hay teorías erróneas como las de Malthus que sobreviven y continúan teniendo éxito?

 

Por dos cosas. Primero, porque no se asientan en datos reales, se asientan en discursos. Y segundo porque esos discursos son racionalmente plausibles y por tanto muy fácilmente vendibles. Es como el discurso “por qué funciona el socialismo como política” cuando nunca ha funcionado en ningún lugar donde se ha implementado. Porque es plausible, porque el discurso de los ricos avasallando a los pobres se vende solo. El discurso del capitalista explotando al trabajador se vende solo. No hace falta demostrarlo, es algo que la gente se cree, es un apriorismo. Lo mismo pasa con el Malthusianismo, la idea de que los seres humanos somos muchos y por tanto estamos esquilado esquilmando los recursos del planeta es algo que es muy fácilmente creíble porque es intuitivamente lógico. Sin embargo, cuando uno va a los datos reales datos, los datos no lo avalan. Pero la realidad es que ¿quién va a los datos?, nadie. La gente compra el relato. Siempre decimos “dato mata relato” pero la realidad es que nadie va al dato. Y por otra parte, nadie puede ser experto en todo por lo que la gente necesita fiarse de alguien para temas técnicos y normalmente se fía de alguien que se encuadra en tus prejuicios. Por lo tanto, tú crees a la gente que piensa como tú. Por ejemplo, si eres de izquierdas tienes que ser antinuclear aunque no hayas hecho un análisis detallado de los pros y contras pero crees aquellos que creen como tú y enarbolan ese discurso. Lo mismo vale para la política, la energía, o la economía.

 

Una de tus áreas de conocimiento es, precisamente, el energético. ¿La factura eléctrica se ha disparado por culpa de Putin?

 

Sí y no. Hemos pagado tanto recientemente por una escalada desorbitada de los precios del gas. Esa es la causa directa pero hay otras subyacentes. Una de ellas es que Putin no nos ha puesto una pistola en la cabeza para que en España decidiéramos basar el sistema eléctrico en el gas, eso es una decisión que hemos tomado nosotros solos. El problema es que tenemos unos sistemas energéticos extraordinariamente dependientes de fuentes externas, de recursos naturales que no poseemos y que hay que importar de países de dudosa fiabilidad. Al final importamos petróleo de autarquías religiosas de Oriente Medio, importamos gas y petróleo de Putin que está demostrando ser un sátrapa, gas de Argelia que ahora nos está chantajeando con los precios por la posición de nuestro gobierno sobre el Sáhara. Al final toda la geopolítica internacional influye enormemente en los precios energéticos que son, como explico en el libro, toda la base de nuestro bienestar y de nuestro sistema económico. Los precios de la electricidad se distribuyen a toda la economía y sube todo, no es que suba el petróleo es que ya no se cubren los costes del camionero que trae los tomates de Almería, suben los tomates o directamente no hay tomates en el mercado. Son dinámicas que no se solucionan de un día para otro. El petróleo y el gas llevan subiendo aproximadamente un año y llevamos casi siete meses con el mercado eléctrico con 200 euros el precio del Mwh cuando el precio medio de los últimos diez años estaba siempre en los 40 euros. Es una situación que se va a perpetuar y va a durar, por lo menos, todo 2022. Es un problema muy grave y que se soluciona apostando e invirtiendo en fuentes autóctonas todo lo que se pueda. Y aquí viene una vez más la ideología que hace cosas que no tienen ningún sentido racional como tener un sistema eléctrico donde buena parte de la electricidad se produce con gas, donde tienes una penetración bastante aceptable de las renovables aunque hay que ir, sin duda a poner más, y en la que tienes más de un 20% de energía nuclear que te permite no depender de otros países como ocurre con los combustibles fósiles y que además no emite gases de efecto invernadero, y sin embargo es una energía de la que quieres prescindir.

 

¿Puede cambiar esta postura antinuclear ante esta situación?

 

Yo creo que en Europa tenemos problemas de niños ricos, hemos vivido demasiado bien en los últimos años y se nos ha olvidado de donde viene nuestro bienestar. Lo damos por garantizado y hay que ganárselo todos los días. Enarbolamos discursos que torpedean las bases del progreso y en esas estábamos cuando la crisis energética nos ha abofeteado con la mano abierta. ¿De dónde viene la gasolina o por qué se enciende la luz siempre que pulsamos el interruptor? Son preguntas que nadie se hace y al final este choque de realidad está haciendo que la gente empiece a reflexionar. La postura antinuclear está cambiando, hace unos días salió una encuesta en la que el 53% de la población alemana está pidiendo que sus centrales sigan operando cuando Alemania siempre había sido un país abiertamente antinuclear. Esta crisis les está haciendo cambiar porque han visto su vulnerabilidad, yo creo que no eran conscientes de la dependencia rusa que tenían y que siguen teniendo. En las últimas décadas se ha creído que la transición a las renovables era posible simplemente porque nos lo habíamos repetido muchas veces y nos lo habíamos creído. Muchos llevamos años alertando de que no era posible, que la tecnología no era suficientemente madura, que no existen tecnologías de almacenamiento y que no era posible transitar ya hacia un sistema 100% renovable. Países como España o Alemania que lideraron esta transformación allá por 2004 y esta decisión nos ha pasado una factura enorme. Las energías renovables son ahora muy baratas, ahora es el momento de invertir y sin embargo como estamos inmersos en una crisis económica no van al ritmo que deberían ir. 

 

Eres muy didáctico en el libro cuando diferencias entre potencia y energía, un ejemplo real es el de Canarias con la central de Gorona del Viento en el que a pesar de que puede producir toda su energía con renovables casi nunca lo hace porque depende de factores ambientales…

 

El ejemplo de El Hierro es un ejemplo por antonomasia porque demuestra tecnológicamente que es posible producir energía y almacenarla con una presa pero… ¿a qué precio? La última vez que miré salía a más de 1000 Mwh, 25 veces el precio del mercado. Y luego depende de los factores climáticos, de que haya viento para poder bombear el agua. Los discursos que se están planteando es sobredimensionar el sistema como si fuera gratis olvidando que el día que no hay viento no funciona, que da igual que tengas mil molinos o 10 mil millones de molinos, y por la noche no hay sol por  muchos paneles solares que tengas. Tampoco se puede llenar El Hierro de molinos y aún así habrá horas en las que no se podrá bombear agua y eso que el Hierro tiene unas condiciones ideales como una diferencia de altura muy grande en muy poco recorrido, donde hay bastante viento… son condiciones que no son reproducibles fácilmente en otros sitios. En Suiza tienen mucha hidráulica y en Islandia mucha geotérmica pero no puedes extrapolarlo, por ejemplo, a Castilla-La Mancha.

 

¿Por qué hemos renunciado en España a explotar recursos naturales propios  como el petróleo o el uranio?

 

El ejemplo del uranio es paradigmático porque es parte de esa sinrazón ideológica a lo nuclear que permea todo lo que resuene remotamente a nuclear como sacar uranio del suelo. Consideran la energía nuclear únicamente como las centrales o peor, las bombas atómicas, y obvian el resto de aplicaciones que permean la sociedad empezando por la radioterapia en los hospitales. La medicina nuclear salva cientos de miles de vida al año en todos los países del mundo y todas esas técnicas funcionan con radioisótopos que se producen en centrales nucleares que funcionan con uranio. Entonces, hacer una ley como la del Cambio Climático que prohibe sacar uranio del suelo es lo mismo que decir que no queremos saber de la medicina nuclear, pero no son capaces de conectar los puntos y al final traemos todos los radioisótopos que se usan en España pero se producen fuera, en un reactor nuclear en Holanda o en Polonia. Ponemos un veto al uranio o al fracking español pero lo importamos de otros países. Me parece que es un cinismo espectacular.