Bernardo Sagastume
Salta la sorpresa en Las Gaunas. El propietario del más influyente de los periódicos españoles ha anunciado que sus páginas de opinión adoptarán una nueva misión: defender “la libertad individual y los mercados libres”. La noticia ha dejado a la redacción en estado de shock. “Pero si nuestra línea editorial siempre ha sido culpar a la ciudadanía de no pagar suficientes impuestos”, murmuró un viejo editorialista, desconsolado. El magnate detrás de esta revolución más tarde explicó en un tuit: “He decidido que defender el bolsillo de los españoles es más urgente que publicar otro artículo sobre lo maravilloso que es subir los impuestos a los ricos. Si Bezos puede, ¿por qué no nosotros?”.
Por supuesto, esto no ha ocurrido, es ficción de la mala. Pero sí es real el caso de Jeff Bezos y The Washington Post. El fundador de Amazon le dijo hace un par de semanas al jefe de la sección Opinión de este periódico, del que es dueño, que a partir de ahora esas son las ideas que debe defender y que su respuesta debía ser “un rotundo sí” o dejar su puesto a otra persona que pudiera hacer mejor la tarea, que fue lo que al final ocurrió.
Pero si lo del primer párrafo fuera cierto, ¿cuáles serían las reacciones en España? Los sindicatos calificarían el giro editorial como “un ataque al estado del bienestar”, preguntándose quién defenderá ahora el avance en derechos sociales. En realidad estarían pensando en la defensa de los 380 millones de euros en subvenciones que entre 2020 y 2024 han recibido Comisiones Obreras y la UGT de las distintas administraciones públicas.
La clase política tampoco celebraría el giro. Más bien, verían con preocupación este “ataque a uno de los pilares de la democracia”, al dejar de contar con un paladín capaz de justificar las campañas, por ejemplo, en favor del feminismo mientras ellos se comportan como señores que compran mujeres con cargo al presupuesto público. Sin recibir críticas de las voces feministas institucionalizadas.
¿Y los periodistas? Serían los que peor lo llevarían. El comité de empresa se declararía en huelga, emitiría un solemne comunicado prometiendo que los redactores jamás se prestarían a defender la privatización de la sanidad o una reforma de las pensiones que no mantenga el sistema de reparto. Ante los primeros despidos, sin embargo, la protesta se diluiría. Los tertulianos reclamarían “ahora más que nunca” medios públicos, sin notar que así admitirían que estos promueven ideas contrarias a la libertad individual que ahora abraza el gran periódico global.
¿Está España lista para vivir su “momento Bezos”? No lo parece. El ecosistema mediático está más habituado al intervencionismo y la socialdemocracia que a cambios radicales hacia la libertad individual. Incluso aquellos medios a los que se tacha de ser de derechas terminan apoyando un modelo que amplía el estado en nombre de un conservadurismo social, dejando apenas a un puñado de valientes como única esperanza de expresar las ideas de la libertad.
Algunos se quejan de que Netflix tenga un marcado sesgo progre. Al margen de que sus fundadores hayan donado muchos millones a la campaña de Kamala Harris, lo cierto es que esto va en sintonía con sus empleados, que, según las encuestas que se hacen dentro de las empresas, votan en una amplísima mayoría a los candidatos del Partido Demócrata. Del mismo modo, las empresas periodísticas españolas son un reflejo de quienes las componen. Y los periodistas en España son, en una amplísima mayoría, de izquierdas. No sorprende entonces que los medios defiendan lo que defienden, ni que un giro como el que Bezos ha impuesto en The Washington Post parezca aquí solo una fantasía. Al final, el producto refleja a quien lo produce, y en un sector dominado por profesionales con determinadas ideas, es difícil esperar otra cosa que un panorama mediático con la misma inclinación. Para revertir esta tendencia, harían falta unos cuantos, muchos, Bezos dispuestos a apostar por la defensa del libre mercado, incluso si eso significa enfrentarse a las inercias ideológicas de toda una profesión. Y de todo un gobierno.