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Nuestro querido pesimismo

4 de noviembre de 2023
Néstor_Kirchner_with_Joseph_Stiglitz
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No pasa una semana, ni siquiera un día, sin que nos llegue alguna noticia que nos anuncia un futuro negro para la humanidad. Si no es acerca del empeoramiento del medio ambiente, será que nos tratan de alarmar directamente con la muerte del planeta. En el ámbito laboral, algunos se recrean en la figura del asalariado pobre y aseguran que cada vez se trabaja en peores condiciones y con retribuciones más escasas, cuando no afirman que las enfermedades derivadas de nuestros empleos no hacen otra cosa que crecer año tras año. Lo cierto, sin embargo, es que está ocurriendo todo lo contrario.

Aquella idea de que algunos países desmantelarían sus políticas de protección medioambiental para así atraer inversores se ha demostrado errónea. Más bien al contrario, las medidas medioambientales se han ido endureciendo a medida que los países se enriquecen, como se deduce de los datos que ofrece la OCDE, que señalan que la protección del ecosistema es ahora más fuerte en los países BRIICS (Brasil, Rusia, India, Indonesia, China y Sudáfrica) de lo que lo era en Suecia, Reino Unido, Estados Unidos y casi todos los demás países ricos en 1995. Incluso hay mejoras en el campo específico de las emisiones de CO2, puesto que, desde 2010, más de 40 países han reducido estas emisiones en términos absolutos al tiempo que crecían sus economías. Se trata en su mayoría de los países más ricos, lo que indica que la curva de Kuznets podría ser el sustento de una teoría acertada.

¿Qué es la curva de Kuznets? Es una curva que tiene forma de U invertida y sirve para ilustrar, con el nombre de este economista americano, cómo a medida que los países se industrializan, los daños a la naturaleza y la salud puede que aumenten, incluso de manera rápida, pero que en un momento dado la curva se invierte y el constante aumento de los ingresos conduce a mejoras medioambientales. Por lo tanto, en la medida en que el comercio contribuye al crecimiento, en un primer estadio puede que perjudique al medio ambiente en los países de renta baja, pero los irá mejorando cuando se transformen en países con renta media y alta. Otro tanto, por ejemplo, con la contaminación de los coches, ya que desarrollar gasolina sin plomo y convertidores catalíticos es difícil y costoso. Pero se hace una sola vez y, una vez desarrollados, los países pobres pueden adaptarse a ellos de forma más rápida y barata.

Con respecto a las condiciones laborales, tampoco las cosas han ido peor en las últimas décadas, al menos según los informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Según sus baremos, la proporción de la fuerza laboral en trabajos elementales y de menor calificación es un indicador de bajos ingresos y malas condiciones en el empleo. Pues resulta que esta proporción ha disminuido en más de 10 puntos porcentuales en todo el mundo entre 1994 y 2019. La disminución fue del 6 por ciento en los países de bajos ingresos y de hasta un 20 por ciento en los países de ingresos medianos altos, que es el grupo de países que ha dado los mayores saltos en la integración con la economía global. Por otra parte, el número de trabajadores pobres ha disminuido muy rápidamente. Entre 1994 y 2022, la proporción de personas empleadas en todo el mundo que viven en la pobreza extrema (que ganan un ingreso inferior a $1.90 ajustado por inflación y poder adquisitivo local) disminuyó en más de tres cuartos: del 31.6 por ciento al 6.4 por ciento, una reducción de más de 500 millones de personas, incluso a pesar de los contratiempos provocados por la pandemia.

Algunos de estos números los aporta Johan Norberg, que con sus argumentos desmonta las siempre aplaudidas predicciones de Joseph Stiglitz, que han estado muy lejos de cumplirse. Aunque haya quienes prediquen con datos refutadores, los profetas del miedo como Stiglitz tienen mayor éxito. El premio Nobel acuñó el concepto “carrera a la baja”, nombre de su teoría antiglobalización del año 2000, que afirmaba que nos esperaban décadas de mayor pobreza, trabajo indigno y contaminación ambiental a medida que los países redujeran sus pretensiones para atraer capital global. Todas esas especulaciones resultaron ser falsas. Si embargo, algo nos atrae de estos apóstoles de la desesperanza, porque seguimos dándole pábulo a su cháchara, aunque fallen más que una escopeta de feria. Con perdón de las escopetas y de las ferias.