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Quizá España necesite un Milei

6 de octubre de 2023
Milei en España
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En La Gaveta Económica podemos enorgullecernos de haber sido el primer medio de comunicación español en entrevistar a Javier Milei, allá por 2019, cuando ni siquiera se le cruzaba por la cabeza la idea de meterse en el barro de la política. Mucho ha llovido desde entonces y en muy poco tiempo el economista de la melena rockera ha logrado ser el candidato mejor posicionado para las elecciones de Argentina.

Su triunfo en las primarias (PASO) ha significado un verdadero terremoto en el país sudamericano, porque se ha impuesto a los dos partidos mayoritarios y con el mérito añadido de no tener el incentivo para su voto que sí tenían sus adversarios, que dirimían quién encabezará sus candidaturas a la presidencia este 22 de octubre. En el terreno de las ideas, Milei se definía en nuestras páginas como “filosóficamente anarcocapitalista”, pero, dado que vivía “en el mundo real”, defendía el minarquismo, es decir, que el tamaño del estado sea el mínimo posible.

Más allá de estas disquisiciones filosóficas, está convencido de que no hay que confundirse ni entretenerse en discusiones entre liberales, sino identificar al verdadero enemigo: los intervencionistas, los colectivistas, los que quieren meterse cada vez más en la vida de las personas con la excusa de protegerlas para, en realidad, empobrecerlas a la vez que destruyen la sociedad libre, el bienestar y el progreso.

Este perfil de candidato que representa Milei está por completo ausente en España. No hay nadie, en ninguna fuerza política, capaz de cautivar con un estilo personal extravagante pero carismático, con un discurso altísimamente ideologizado, pero con la habilidad de interpretar cuáles son las preocupaciones de millones de votantes. Alguien que al tiempo que escribe un prólogo para La economía en una lección, de Henry Hazlitt, o cita en una misma frase a filósofos como Hegel, Mises o Marx, es capaz de sintetizar la inquietud ciudadana con una performance llena de histrionismo o de dictar una clase de economía en una plaza pública rebosante de millennials.

El panorama político español no ofrece nada parecido. Descartando las opciones declaradamente de izquierda, tenemos por el lado del Partido Popular a un Núñez Feijóo que es funcionario de carrera y en el que esto sin dudas pesa a la hora de buscar una salida a la coyuntura. Pensemos que Milei repite sin cesar que “el estado no es la solución, es el problema”. Cuesta imaginarse al dirigente gallego diciendo algo semejante. Si miramos hacia Vox, los pasos que ha dado el partido de Santiago Abascal en los últimos tiempos no han sido precisamente en el sentido de acercarse a ideas pro mercado. La salida de figuras como Espinosa de los Monteros o Javier Manso marca la derrota del ala antiintervencionista y la preeminencia de los tradicionalistas y los nacionalistas en el núcleo de poder del partido.

Quizá lo más cercano al fenómeno Milei sea Isabel Díaz Ayuso, sobre todo por su falta de complejos en el modo de enfrentarse a la izquierda, llamando al pan, pan y al vino, vino. Recordemos cómo planteó su campaña a la presidencia de Madrid, limitándola a la opción “comunismo o libertad” el mismo día en que Pablo Iglesias anunciaba que se presentaría a las elecciones autonómicas.

Mientras Milei recita cada vez que puede la definición de liberalismo como el “respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo”, en España abunda la creencia de que el estado está ahí para protegernos o peor aun, para cuidarnos, en una visión paternalista que debería ser hasta ofensiva tratándose de personas adultas. Frente a un Milei que cree que el capitalismo ha sacado a millones de personas de la pobreza como ningún otro sistema económico, los políticos españoles se esmeran en decir que el mercado debe ser atenuado por la intervención política, siempre en nombre de la redistribución de la riqueza. Pese a todo, no deberíamos perder la esperanza de que aparezca alguien como él en España, bien como cisne negro bien como algo predecible, toda vez que es un espacio vacante en el panorama político y a la espera de muchos votos. Siempre que se sepa cómo conquistarlos.